¿Podemos permitirnos el prescindir de lo digital?

WC Soma comunicacionPrometo que no suelo inmiscuirme en conversaciones ajenas – ¡palabra! –, pero hace poco en un reducido brindis tras la finalización de un curso escuché cómo una recién graduada en periodismo hablaba de sus planes en el corto plazo. Y sí, decidí abordarla: quería saber cómo había sido su experiencia en una universidad distinta a aquella en la que yo cursé mis estudios, así como tantear su transición al mundo laboral desde allí. Conclusión: nada nuevo.

En respuesta, ella mostró especial interés por mi trabajo – me recordó tanto a mí apenas dos años atrás, ¡tanto a todos en los inicios! –. Por supuesto, le expliqué brevemente mi trayectoria – lo cual no requirió de un gran ejercicio de síntesis, todo hay que decirlo –, a lo cual ella respondió con un: A mí es que lo digital no me va mucho. A pesar de lo mucho que me gusta, el momento no invitó al inicio de un debate. Pero, afortunadamente, para eso existe este blog. Traducción: sí, el sermón os ha tocado a vosotros.

No pretendo adoctrinar ni sentar cátedra, sólo compartir una duda existencial, la misma que reza el titular del post: ¿podemos los periodistas permitirnos el prescindir de eso, de lo digital? Nadie cuestiona que la formación del ‘plumilla’ pase por la televisión, la radio y la prensa escrita. Sin embargo, como ajenas a los términos en que se maneja la sociedad actualmente, muchas facultades de comunicación parecen olvidarse de ese otro medio que ya no es la quimera de unos pocos, sino la realidad de unos muchos.

Insisto en una convicción que vengo compartiendo a raíz de mi propio paso por la universidad: creo que estos centros deberían encabezar la exploración de nuevas plataformas, inculcar esa curiosidad a los alumnos y actualizar su plan de estudios continuamente, no sólo adaptándose a aquello que se cuece en el presente, sino también arriesgándose con predicciones de futuro. Cierto, un mayor apoyo a la investigación – tanto económico como moral – en la disciplina ayudaría sobremanera, pero podría comenzar por un sencillo cambio en la actitud de los implicados.

Aclaro que no defiendo arrinconar ningún medio, sólo que tengo la sensación de oír cómo muchas puertas se cierran mientras uno de los existentes no se atiende. Y llegó el turno de réplica: ¿cuál es vuestra opinión al respecto? A veces, pienso que este maldito idealismo 2.0 va a acabar conmigo…

Posted by @LaBellver
Photo by @Marga_Ferrer

Periodismo, me aburres

Foto: Marga Ferrer, Soma ComunicaciónCuando empecé a estudiar periodismo, allá por el lejano 2002, lo hice con la convicción de que era una profesión dinámica, divertida y que ofrecía un valor añadido a la sociedad. Casi 12 años después de aquello no sólo es que mi percepción haya cambiado. Eso sería lo de menos. Lo más trágico es que ha llegado un punto en el que el periodismo me aburre, tanto como periodista como en mi vertiente de consumidor de información.

Siempre fui más de escribir que de perseguir la noticia. Quizás porque las noticias que tenía que perseguir no me interesaban. A veces tengo la sensación de que hubiese estado bien unir las dos vertientes: escribir sobre noticias que me interesaran lo suficiente como para implicarme en ellas. Pero eso pocas veces se ha dado. Y, de todas formas, no deja de ser algo muy personal. Unas sensaciones muy mías y difícilmente extrapolables a otros compañeros de profesión.

Lo que sí que es innegable es que el periodismo de hoy en día aburre. Salvo contadas excepciones (en la mayoría de los casos de revistas y diarios, muchos de ellos online, de nuevo cuño y con poco peso entre el gran público), el periodismo que muestran los medios de comunicación me parece rancio y caduco. Hasta el punto de preferir estar desconectado de la realidad antes de estar informado (por decir algo) por ellos.

Tenemos grandes cabeceras nacionales que titulan todas igual, como si posicionarse de otra forma estuviese prohibido. Tenemos redacciones llenas de periodistas que se pasan el día sentados en sus sillas. En parte porque no hay dinero para desplazamientos y en parte porque en la España del siglo XXI sigue estando muy bien visto el presentismo, particularmente si es delante de un ordenador. Así que las noticias brillan por la ausencia de vida y los diarios (especialmente sus versiones online) se llenan de chorradas varias que al cabo de los días se demuestran falsas. Supongo que es lo que la gente demanda, así que para qué vamos a contrastar los datos…

Tenemos parrillas televisivas y horas de primetime llenas de personas que se quieren hacer pasar por periodistas de raza y se hacen llamar tertulianos. Debates políticos con mucho grito y cero contenido. Gente que sentada en una mesa redonda y con una tablet en la mano nos quieren hacer creer que saben mucho y que tienen la solución a todo, aunque realmente no saben nada, ni siquiera qué mérito han hecho para estar ocupando esas sillas.

Tenemos secciones de deportes de informativos convertidas en programas del corazón. 30 minutos seguidos de tonterías varias sin ninguna información. Y tenemos informativos que pierden 10 de sus minutos hablando de los souvenirs de la proclamación del nuevo Rey mientras medio mundo se desangra en un fuego cruzado sin sentido. Tenemos, al fin y al cabo, un periodismo aburrido que, quizás, es el que merecemos. Aunque no se parezca en nada a la idea que yo tenía en 2002 de la profesión. Aunque quizás ya sea demasiado tarde para plantearme estas cosas.

posted by @acordellat

Entre el periodismo ciudadano y el oficialista

Oficialismo Marga FerrerPonemos en el punto del debate el papel del periodista en el escenario multiplataforma actual y el acceso a la información, el origen y la credibilidad que conferir a la misma.

Pero, más allá de enfocar el post en la necesidad, preexistencia o nuevas funciones del periodista, que vamos a dar por presupuestas, dado que el profesional  de la comunicación será imprescindible en el manejo, filtrado y difusión de la información y del ruido que fluyen de dichas plataformas, pondremos el acento en la condena que muchos proyectan de la vertiente ciudadana.

Se quiera o no, el denominado periodismo ciudadano forma parte del nuevo contexto informativo que se pone a disposición del periodista o del medio de comunicación para ofrecer a sus audiencias contenidos adaptados a tiempos tecnológicos, móviles, directos, inmediatos, locales, globales y digitales.

Frente a este tipo de actualidad, encontramos la sempiterna cara oficial procedente de las grandes corporaciones, instituciones, partidos políticos y otras altas instancias del poder fáctico que tanto han marcado el signo del periodismo tradicional, que ahora se somete a revisión, precisamente, por no haber asimilado a tiempo las nuevas normas de las plataformas incipientes, más bien consolidadas.

Entre el periodismo ciudadano, ése que ofrece aspectos hasta la fecha reducidos a círculos invisibles; y el oficialista, el que siempre ha impuesto los enfoques y la agenda-setting; el periodista habrá de escoger. Aunque la tendencia es satanizar al primero en detrimento de la seguridad tradicional que da aferrarse al segundo. Con todo, es el segundo polo el que ha llevado a que la transición de soportes sea más virulenta, a proyectar esclavitudes en las cabeceras de las que ahora éstas no saben cómo desembarazarse, aún a costa de su desaparición; a obligar a enfocar la realidad desde el prisma de la foto oficial, del comunicado, del silencio en las salas de prensa, de los monitores anclados en otras salas para el seguimiento de acontecimientos de dudosa rentabilidad social, a la realización de actos políticos servida vía satélite, a desmentidos plastificados…

Ese periodismo oficial ha desembarcado con la misma virulencia en las nuevas plataformas, haciendo un ‘copiapega’ del estilo que ha marcado su anterior invasión de enfoques, sin preocuparse siquiera por adaptar el discurso a las características de los nuevos canales, a los lenguajes de éstos y a las personas (más que ciudadanos) que los cohabitan.

Por el contrario, la profesión se ceba mientras con los nuevos enfoques, las nuevas fotografías, las nuevas imágenes y las nuevas realidades que las personas comparten en estos canales bajo el seudónimo de periodismo ciudadano. Esto es, en vez de exprimir la nueva coyuntura hacia nuevos espacios de debate, contenido y de actores con algo que decir; la profesión ha optado por poner el foco de la crítica en esa potencialidad, cuando lo preferible, quizás, sería que aprovechara para dar un puntapié a esa oficialidad que tanto servilismo, daño y perjuicio ha causado en el periodismo.

¿O no?

posted by @os_delgado

Desenlace liguero, arte, tradiciones y periodismo

logo dearteEl mes de abril coincidente con año de Mundial de fútbol siempre apareja una agenda fuertes emociones para los amantes del deporte rey. Las coberturas informativas de la agencia apuntarán hacia el desenlace del campeonato de Liga BBVA y la final de la Copa del Rey, que coincidirá también con tiempo de tradiciones, viajes, procesiones y romerías propias de Semana Santa.

Asimismo, la atención sobre los actos relacionados con las nuevas plataformas a disposición de los periodistas volverá a ser prioridad Las II Jornadas de Periodismo de Datos y Open Data, que acogen Madrid y Barcelona entre el 24 y el 27 de abril, así como el V Encuentro Periodistas versus Gabinetes, que se celebra en la UCM el 29 de abril, acapararán la atención de Soma Comunicación.

Por último, el arte cobra protagonismo este mes con la inauguración en Madrid, Soria y Medinaceli de la XIII Feria DeArte. Una cita en la que la agencia pondrá el foco, como también en la nueva etapa creativa del artista madrileño Jorge Morgan.

Tanto en las jornadas futbolísticas como en los actos de las fechas festivas más señaladas del calendario, Soma Comunicación ofrece un dispositivo especial bajo demanda para dar cobertura informativa a los hitos que quiera el cliente (medio de comunicación, empresa o institución).

The New York Times estrena web social

Como es tradición, las pautas y las tendencias periodísticas suelen llegar del ámbito anglosajón, en general, y de cabeceras de prestigio como la del The New York Times, en particular. El último eco procedente de aquellas latitudes es la nueva página en versión social que ha editado el rotativo neoyorquino.

Portada periódico social

Una versión accesible, adaptada al lenguaje de las redes sociales y a los elementos visuales con los que ya se ha familiarizado la audiencia que está más acostumbrada a bucear por la información procedente de estos canales.

¿Un buen ejemplo de lo que llegará a los medios de comunicación a este lado del Atlántico?, ¿una versión especializada de un medio tradicional similar a lo que ya habían puesto en práctica otras aplicaciones desde hace tiempo como Flipboard?

Desde que el público masivo y la sociedad ya está en Twitter, el estilo de los medios de comunicación que lo alimentan ha cambiado, no solo en el fondo/contenido, sino también en la forma/continente.

¿Quién será el siguiente? Se admiten apuestas.

@somacomunicacio

 

 

El debate en torno al periodismo de datos

#18JorCom periodismo de datosEl periodismo de datos es una de las tendencias que marcan la profesión del plumilla en tiempos de Big Data, si bien siempre ha sido afán del profesional compilar la esencia, el dato, el número, la cifra, el porcentaje, el gráfico… de una realidad más o menos mostrenca o ante la sobrecarga de información que afronta.

Precisamente, de las claves de esta forma de plasmar la información de lo que acontece y de la que circula por internet se centrará la XVIII edición de la Jornada de Comunicación Siglo XXI (#18JorCom), que organiza el Colegio de Periodistas de Andalucía el próximo 5 de abril en el Colegio Mayor Albayzín de Granada.

Bajo el título «Big Data, comunicación inteligente de los datos», la cita abordará dicha realidad desde la sociología de la comunicación y la «bondad de los números en la opinión pública» (Alejandro Navas); desde el periodismo de análisis y el enfoque «piensa en visual, escribe con datos» (Inés García Paine); desde la comunicación corporativa, para confirmar si los «públicos son personas antes que números» (Juantxo Cruz); y desde la comunicación persuasiva, para entender «las grandes cifras de los productos y servicios» (Joaquín Fernández).

Fuente: Asociación de la Prensa de Almería

¿El (des)crédito de las agencias?

pelotas de tenisNo sé si será a consecuencia de la crisis, que a muchos ha obligado a reinventarse y a lanzarse al emprendimiento empujados por la irresponsabilidad de quienes lo recomiendan desde la cosa pública, pero uno se topa últimamente con una agencia (de comunicación, de publicidad, de marketing…) debajo de cada piedra. Y esto no es una noticia alentadora. Ni mucho menos positiva. Más bien todo lo contrario. Un boom (como todo boom empresarial que se tercie en este país) cuya ruta parece encaminarse hacia el descrédito de las agencias.

Y es que, si el boom inmobiliario, por poner un ejemplo, trajo consigo pisos cada vez peores y más caros, el boom de las agencias lleva aparejado un descenso vertiginoso en la calidad de los servicios prestados. Por cada agencia de confianza encontramos diez agencias creadas al abrigo del emprendimiento y del “a ver qué pasa” o “a ver si engañamos a alguien antes de que se nos vea el plumero”.

Las hay que se venden como especialistas en SEO y son incapaces de posicionarse ellas mismas. Agencias de publicidad muy aparentes (de oficinas de lujo y trajes de raya diplomática) incapaces de prestar con un mínimo de rigor los servicios que anuncian y venden. Como si se quedasen desnudas en cuanto uno deja de estar obnubilado por la fachada. Como si debajo de la americana y la corbata no hubiese más que un maniquí sin alma.

Agencias de comunicación, supuestamente ricas en contactos y especializadas en redes sociales, que venden sus servicios a precios de auténtica ganga a cambio de no actualizar luego durante días las redes de sus clientes. O a cambio de tener a becarios a coste cero, trabajando día, tarde y fin de semana si es menester. Y llevando su ordenador, por supuesto, porque en sus teóricas oficinas sólo hay uno y es para el jefe.

¿Pueden acabar con el crédito de las agencias estas pseudoagencias sin preparación, profesionalidad y conocimientos mínimos para ofrecer servicios a empresas?

Posted by @acordellat
Photo by Marga_Ferrer

El revés de una entrevista

Soma ComunicaciónSeré breve: atender a los periodistas no es una obligación, pero si se hace, que sea bien. Por supuesto, no estoy hablando de personas que ostentan un cargo público, pues en ese caso considero que responder ante los medios de comunicación forma parte del empleo. Me refiero, más bien, a personalidades de otros ámbitos – cultura, deporte, ciencia… –, los cuales despiertan interés entre la sociedad y suelen barajarse como protagonistas de artículos.

Lo sentimos, pero no concede entrevistas” me ha dicho en más de una ocasión algún representante o miembro del correspondiente departamento de prensa cuando he tratado de abordar a varios perfiles. Por el contario, hace poco presencié cómo una célebre actriz nacional comentaba que prefería atender a los periodistas antes que dar lugar a interpretaciones. Obviamente, nosotros preferimos esta segunda actitud, pero ambas son igual de respetables.

Lo que no tiene sentido es aceptar a regañadientes la concesión de unos minutos a un profesional de la información para contestarle a base de monosílabos o sucedáneos. Y sí, me baso en una experiencia reciente: tras una comparecencia celebrada con motivo del estreno de una obra de teatro, los plumillas presentes contábamos con un turno para entrevistas individuales. Aunque a todos nos gusta extendernos, en esta tesitura tenemos unos diez minutos para proceder con el cuestionario. Y, a diferencia de otras, en esta ocasión apenas éramos cuatro – literalmente – quienes estábamos a la espera.

Desconozco si los organizadores de esta cita con los medios no habían puesto al corriente de la dinámica al entrevistado en cuestión, pero – por lo menos, en mi opinión – la profesionalidad se mide más allá de las tablas del escenario en determinados casos. Le pilló por sorpresa, sí, pero un mínimo de cortesía hubiese sido suficiente. Preguntas como “¿Pero vosotros de qué medio sois?” en según qué tono o hacer saber cada dos minutos que se tiene prisa no puede decir mucho a favor de nadie en este sentido.

Lo sé: todos tenemos días. Sin embargo, puesto que una entrevista supone un tiempo de preparación, me gustaría recibir el trato educado necesario para, sencillamente, no comprometer mi trabajo. Supongo que esto son gajes del oficio que hay que aprender a gestionar. Gracias, lectores de este blog, por ser ese hombro sobre el que llorar.

Posted by @LaBellver
Photo by @Marga_Ferrer

Claves para la eficacia de las oficinas de prensa

Pelaez 222¿Qué habilidades técnicas han de tener las agencias que ofrecen de forma externa servicios periodísticos a empresas? ¿Cuáles son las necesidades habituales que han de cubrir para satisfacer las expectativas de dichas entidades?

Hay muchas preguntas sin respuesta en el ámbito de los servicios periodísticos que muchas empresas externalizan de manera recurrente o puntual, ya sea por la celebración de un evento o de una convocatoria extraordinaria. Si salvamos el refranero y el ‘cada maestrillo tiene su librillo’ y nos centramos en las claves que han de tener en cuenta quienes se plantean externalizar su oficina de prensa o quienes pretenden ofrecer dichos servicios, es importante tener en consideración las siguientes claves, todas ellas auspiciadas necesariamente por el valor añadido de la calidad:

Aceptación. No siempre hay que decir sí a una campaña. La honestidad ha de guiar en ocasiones a indicar a la empresa que determinado planteamiento que quiera comunicar no es sintonizable con las expectativas de repercusión que haya previsto. Es aquí cuando la agencia que los puede ofrecer ha de proyectar sensatez a través de planteamientos alternativos, elección de fechas más apropiadas o de conceptos distintos.

Planificación. El refranero apunta a un ‘la mejor improvisación es la que se prepara’ (y se planifica). Es importante contar con el margen de maniobra suficiente para planificar la acción con la empresa para que cuando llegue el momento de poner en práctica el dispositivo de prensa externo no haya que dudar, sólo ejecutar.

Contenido. El enfoque, el contexto, las fuentes, la oportunidad, la idoneidad, la novedad, el dato… cuanta más presencia tengan en el contenido a difundir, más entidad cobrarán, tanto para el receptor (y potencial difusor) como para el protagonista.

Contactos. Independientemente de las plataformas que se escojan para desarrollar la acción, un periodista sigue pesando lo que pesa su agenda de contactos, tanto de los preexistentes offline como de los que se haya forjado online. Éste es uno de los aspectos clave que tendría que valorar la empresa que se plantea contratar los servicios de oficina de prensa o de gabinete de comunicación. Asimismo, es lo que diferencia a las agencias buenas de las agencias no tan buenas.

Contacto. Mantener una comunicación interna fluida con la empresa que contrata los servicios, buscar un interlocutor adecuado en el seno de la misma e informar puntualmente de los avances en relación a lo planificado a priori, también enriquecen el resultado final del servicio ofrecido por la oficina de prensa externa.

Servicio. Como en otros ámbitos profesionales, la vocación de servicio también ha de ir aparejada al desarrollo de los trabajos de comunicación externa. Es la atención al cliente eficaz, directa, inmediata. Un trabajo bien hecho ha de ir acompañado por la virtud de la transparencia, de la resolución de dudas o de la demostración de los avances acometidos.

Especialización. Los contextos actuales requieren especialización de contactos y de fuentes, virtudes que alimentarán el mejor desarrollo de la campaña de comunicación externa y que evitarán generar ruido gratuito entre los colegas de medios y de blogs que no sean destinatarios potenciales de las informaciones difundidas.

Medición. La rúbrica siempre ha de llegar con el balance puntual del trabajo desarrollado por la oficina de prensa externa. Medir el impacto entre el público potencial al que se dirige la campaña, la respuesta de los medios de comunicación o de los perfiles influyentes del sector en las redes sociales son aspectos irrenunciables para quien ofrece el servicio y fundamental para quien lo contrata. Porque, ¿de qué sirve trabajar bien si después no puedes demostrar que ha sido así de facto con datos en la mano?

¿Qué soy? ¡Periodista! Permitidme que os lo explique…

Foto libreta Marga Ferrer - Blog SomaUna vez más, escribo unas cuantas líneas en este blog para poner en común una experiencia. No sé si a vosotros os pasa, pero de un tiempo a esta parte vivo un mismo déjà vu por estas fechas: en una de cada tres reuniones familiares de Navidad – sí, la estadística acabo de improvisarla – tengo que explicar a qué me dedico. Bien porque a alguno de mis allegados no le quedó del todo claro el año anterior, bien porque hay un nuevo miembro al que ilustrar. La cuestión es que la situación se repite. Y cuando digo “explicar a qué me dedico” no me refiero a decir “soy periodista” y ya está, porque la reacción a mi respuesta suele ser algo así como “¡Ah! ¿De esos que van con el micrófono detrás de los famosos?”.

Ya estamos”, suelo pensar. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que me he topado con esta cuestión desde que tengo uso de razón como plumilla. Me pregunto por qué lo primero que le viene a mucha gente a la cabeza cuando oye el término periodista es ese perfil. Sí, la parrilla televisiva está plagada de programas que sirven de hábitat para el desarrollo de esta faceta, pero también de ediciones diarias de informativos que muestran – mejor o peor – una de las prácticas clásicas de esta profesión; informativos que, además, sirven como acompañamiento o música de fondo durante comidas y cenas en numerosos hogares. Entonces, ¿qué sentido tenido tiene que dicho pensamiento asociativo sea el primordial?

En fin, sea como sea, recuerdo que al principio sonreía cortesmente mientras trataba de explicar brevemente que mi motivación para estudiar periodismo distaba mucho de esa mal llamada crónica social a la que se refería mi interlocutor – NOTA: las diferencias entre crónica social y cultura del morbo podrían dar para otro post –. No obstante, hubo un tiempo en que la frecuencia de ese puñetero interrogante me llevó al hartazgo, de manera que ahora despliego mi mejor argumentario cada vez que me enfrento a LA pregunta.

En resumidas cuentas, intento aclarar que un periodista es quien sabe gestionar información, de manera que es capaz de diferenciar la paja del trigo y presentar datos útiles, así como correctamente contrastados y contextualizados a la ciudadanía. Añado que guarda un compromiso social respecto de sus contenidos y que tiene un olfato especialmente desarrollado para detectar historias de interés público. Matizo, asimismo, que tiene la habilidad de comunicar en cualquier medio que se precie, tanto los denominados tradicionales – radio, televisión y prensa escrita – como los digitales. Y, por supuesto, concluyo aludiendo a su importancia en democracia.

Evidentemente, soy una idealista. La carne de periodista es tan débil como la de todo mortal, por lo que también tenemos nuestros vicios. De hecho, desde hace unos años venimos pagando algunos de ellos bien caro. Además, este oficio en sí tiene sus claroscuros, entre los que destaca el dilema entre financiación e independencia o la delgada línea que le separa del poder. No es que me olvide de ello cuando abandero mi particular discurso, pero estoy convencida de que nosotros, los periodistas, somos los primeros responsables de poner en valor nuestra profesión. Y para ello debemos creer en ella, de manera que, después, podamos practicarla conforme a dicha convicción. Al menos, así es cómo pienso y actúo. Otra cosa es que esté en lo cierto y que lo consiga. Eso, camaradas y lectores, me lo tenéis que decir vosotros.

Posted by @LaBellver / Photo by @Marga_Ferrer