Marga Ferrer comenzó su trayectoria como fotoperiodista en 1999. Desde entonces, se ha dedicado a todos los ámbitos del oficio, desde el fotoperiodismo social hasta el político, pasando por la fotografía gastronómica. “Me he sentido muy a gusto como fotoperiodista. Tengo defectos, muchos. Es muy complicado para mí estar siempre al día en todo, pero también tenemos eso del instinto”, nos explica. Tras miles de imágenes capturadas para diversos medios y plataformas, reflexiona con nosotros sobre el impacto de una fotografía, la relación entre periodismo y fotoperiodismo y el contexto de cambio en el sector comunicativo, desde su condición de socia fundadora de la agencia de comunicación en Valencia, Soma Comunicación.
¿Cómo llegó al mundo del fotoperiodismo?
Fue un poco casual. Yo estudié fotografía pero como hobby, no pensé dedicarme al fotoperiodismo. Gané un concurso y estaba en medio por esa época. Dos compañeros fotógrafos tuvieron que coger una baja y acudieron a mí. Dejé mi trabajo de administrativa para hacer esa cobertura de un mes y al final, como me adapté bien, siguieron contando conmigo.
¿Cómo enriquece la fotografía al periodismo?
No me gustaría ser injusta porque para mí la información escrita es vital pero vivimos en una época muy visual, muy de impacto. Creo sinceramente que si una noticia no tiene una buena foto no se lee.
El periodismo ha cambiado mucho en los últimos años, ¿también el fotoperiodismo?
Si hablamos de estos últimos años te diría que igual no tanto, sí que van cambiando los estilos, funciona por modas igual que todo. Pero sí que es cierto que si nos remontamos mucho más atrás, hubo un salto del analógico a digital y también con las redes sociales en el que todo pasó a funcionar mucho más rápido. Podríamos decir que, no sé si es una evolución o una involución, pero sí que ha habido un gran cambio que tiene sus ventajas y sus desventajas.
¿Y cómo es este cambio?
Para empezar, te obliga más a la foto impacto, a compartirla enseguida. Estamos hablando de que ya no solo fotografías, editas y tienes un tiempo máximo porque se publica al día siguiente en un papel; sino que la fotografía que estás haciendo la has pasado al móvil y, desde el móvil, ya la estás compartiendo. El fotoperiodista, ahora mismo, no solo tiene la obligación de hacer una foto sino además de tener toda una serie de infraestructuras para compartirla y ser capaz de poner un buen pie de foto.
¿Cree que va a seguir cambiando?
Seguro, no quiero ser catastrofista pero creo que la fotografía se va a quedar tan solo como el reclamo de la noticia. Vamos hacia el multimedia, hacia el vídeo. La fotografía va a ser un producto artístico para el museo.
¿Qué impacto ha tenido el poder hacer fotografías de bastante calidad fácilmente desde el móvil?
Yo no soy anti foto de móvil, a mí me gusta. Creo que una persona que tiene buen gusto para hacer una fotografía, editarla y compartirla no es menos válida que una persona que ha estudiado fotografía, lo que pasa es que ese tipo de fotografía vale para unas cosas y no para todo. Tú no puedes cubrir un partido de fútbol con un móvil. No puedes hacer la cobertura de un mitin político. Puedes hacer fotografía de calle. Hay gente con muy buen criterio y muy buen gusto que no ha estudiado nunca fotografía y no hay que quitarles valor, lo que pasa es que para mí el fotoperiodismo es otra cosa. Puede que haya un momento en que ambos se solapen, pero un fotoperiodista es versátil y vale para todo.
¿A qué retos se enfrentará el fotoperiodismo?
Hay que ser muy profesional y las personas que nos tienen que contratar deben valorar más nuestro trabajo, ese es el reto, el valor de nuestro trabajo. Hay una falta de valor total y absoluta, cada vez hay más gente que no entiende de fotografía y que tiene poder sobre nosotros.
¿A qué se debe esto?
Como tendemos un poco al minimalismo en las contrataciones, se han ido eliminando figuras que eran imprescindibles y hacían de puente. Por ejemplo, la figura del editor, que para el fotógrafo es fundamental. Yo hago la fotografía y tengo que meterla en un sistema, pero después alguien se encarga de darle forma a esa foto y a meterla en una maqueta. Si esa persona no tiene conocimientos fotográficos puede tener un criterio más o menos bueno, pero puede también no tenerlo. Se va perdiendo la calidad. Tenemos la suerte de que más allá de donde publiquemos, también tenemos nuestros propias redes y podemos reivindicar nuestro arte. Tenemos que seguir reivindicando que nuestro trabajo profesional sea valorado y respetado.
¿Hay una paradoja entre que cada vez seamos más visuales y que se valore menos la verdadera calidad de la imagen y la profesión?
Sí, el oficio del fotoperiodista creo que ha ido a menos, cada vez es más complicado vivir de ello. No es que sea en todo tipo de fotografía, pero sí en la periodística. Cada vez somos menos, cada vez se tiende más a la colaboración. No llegas a vivir de esto o malvives.
¿ Y cómo ve el futuro?
Los fotoperiodistas van a existir siempre, pero creo que cada vez viviremos menos gente del fotoperiodismo.