press

‘Press’ y ‘Afterlife’, dos series sobre la decadencia del periodismo

Las tendencias temáticas exploradas por la ficción suelen ser un buen termómetro para evaluar la salud de una determinada época. Cuando dentro de cinco o seis décadas revisen la filmografía de los años 2000 y tropiecen con tantas películas atravesadas por los avatares de la crisis financiera, deducirán que a este lado del siglo no lo pasamos del todo bien. Si realizan una búsqueda más precisa y reparan en las series de 2019, entonces descubrirán que el viejo periodismo chocó frontalmente con su propia crisis de reputación.

A medida que la profesión hunde sus cimientos en el inestable suelo de Internet, esta torre de talentos acumulados, antaño robusta y segura de sí mismo, tiembla y se tambalea hasta el punto de escupir al grueso de sus inquilinos. El periodismo no consigue romper la red de filtros dispuesta por el oligopolio tecnológico que conforman Google y Facebook, y solo queda plegarse a sus directrices amarillistas con el consiguiente menoscabo reputacional. De esa crisis hablan dos de las series más recomendables en este 2019: Press y Afterlife.

La primera es una producción de la BBC distribuida en España por la plataforma Filmin y más específicamente centrada en las flaquezas del sector. La miniserie plantea un escenario ficticio inspirado en una situación real: en el mundo de la prensa escrita, marcada por un presente a merced de la era digital y del ciclo informativo de 24 horas y un futuro incierto, ‘Press’ enfrenta a dos diarios ficticios, el progresista ‘The Herald’ –trasunto de The Guardian– y el tabloide sensacionalista ‘The Post’ –inspirado en The Sun–. Ambos abordan las mismas informaciones, pero desde miradas muy distintas, en su disputa por el favor de los lectores.

La paradoja en el mundo de Internet es que el rigor periodístico penaliza: mientras el diario serio está al borde de la quiebra, el periódico sensacionalista va como un tiro a nivel económico. En ese difícil equilibrio se juega la serie y juegan sus protagonistas, editores y redactores de ambos periódicos en confrontación por un puesto hegemónico en las preferencias de los lectores. Lo interesante de la serie, más allá del retrato, es que cocina un dilema de actualidad en el que no se posiciona, dejando las disquisiciones morales enteramente al público/consumidor de noticias.

La serie sirve para destripar los grandes males del periodismo: las relaciones directas con el poder y el consecuente intercambio de favores, el uso de las portadas como armas arrojadizas, la competencia desleal o la precarización de los periodistas que malviven por sacar adelante cabeceras moribundas. No falta tampoco el palo subliminal a los milenial vía la típica redactora que encuentra en la Wikipedia la información que debería extraer a pie de calle.

En la misma línea decadente pero con un tono más íntimo se encuentra Afterlife, de Netflix, la nueva serie del corrosivo Ricky Gervais, que se mete en la piel de un periodista profundamente afectado por la reciente muerte de su mujer. La sinopsis dice así: Tony llevaba una vida perfecta. Pero tras el repentino fallecimiento de su esposa, en vez de suicidarse decide llevar al límite lo que se puede o no hacer y empieza a hacer y decir todo lo que le da la gana. Algo que será complicado cuando todo el mundo decide intentar salvar a la buena persona que conocían.

La miniserie se mueve con comodidad en la hibridación de géneros, entre la comedia y el drama puro, con un personaje patético y entrañable que no solo convive con la tristeza de haber perdido a su mujer, sino que tiene que capear esa tormenta personal sacando adelante uno de los productos más decadentes de los últimos tiempos: un periódico. Es decir, el periodismo actúa en la serie como un personaje más, el más gris de todos; una profesión que acentúa el tono melodramático que a veces respira la serie.

Viendo ambos títulos es difícil no añorar los tiempos en los que el periodismo era el sustrato de las ficciones más épicas, intelectualmente hablando. De Todos los hombres del presidente a la más reciente Spotlight, la profesión siempre ha alumbrado historias de dignidad, honestidad y empatía con los ciudadanos que más sufren la rapiña del poder. Confiemos que Afterlife y Press –las realidades que representan– sean una isla en el océano del sector.

prensa. periodistas

Amenazas de la libertad de prensa

Un 3 de mayo más el calendario viene marcado por el Día de la Libertad de Prensa, una fecha en la que se recuerda a la sociedad la importancia que tiene estar informada por profesionales. Unos medios de comunicación sin mordazas, con periodistas que ejerzan libremente pese a quien pese, es sinónimo de estar en una democracia avanzada. Sin embargo, en pleno siglo XXI, ciertas amenazas se ciernen sobre la libertad de prensa en España.

Uno de los puntos que más preocupan son las fake news, un tema que se ha abordado en este blog en numerosas ocasiones. Las noticias falsas desinforman a la ciudadanía y acaban desautorizando el periodismo, ya que se disfrazan de noticias o se dan como ciertas en portales web de dudosa reputación profesional. Este peligro hace que la libertad de prensa quede anulada al no lograr su propósito: informar a la sociedad de los hechos de la forma más objetiva posible.

La manera más eficaz de combatirlas es a través de un periodismo de calidad en el que se cuiden tanto los contenidos como a los profesiones, pues estos sufren una implacable precariedad laboral. Esto también pasa por un nuevo modelo financiero, que ayude a una mayor independencia y a incrementar los niveles de mejora de empleo de sus personas. Periódicos como The New York Times ha conseguido sortear la crisis que viven los medios de comunicación tras no saber adaptarse a Internet, con un aumento tanto de suscriptores como de contratación de periodistas. Y todo ello gracias a realizar un exquisito y cuidado periodismo de calidad.

Para combatir las fake news, han surgido plataformas impulsadas por periodistas para verificar las informaciones. Incluso algunos medios de comunicación se han dedicado a contratar los datos que vertían los partidos políticos durante la campaña electoral del 28A, la cual, todo sea dicho, se ha visto salpicada por numerosas noticias falsas por parte de algunos candidatos.

Al hilo de las elecciones, también se ha visto otra amenaza a la libertad de prensa. Un partido político ha asegurado que cerraría medios de comunicación públicos y privados. En sus mítines, de hecho, la gente abucheaba a algunos periodistas que acudían a cubrirlo e incluso se llegó a vetar la entrada de ciertos profesionales de la información.

A todo ello se unen situaciones de indefensión de los periodistas que trabajan en nuestro país, como la que se vivió en Baleares. Un juez ordenó la confiscación de los móviles personales y los documentos de compañeros del Diario de Mallorca y de las agencias EFE y Europa Press, que estaban investigando un caso de corrupción.

Ante todas estas amenazas, la libertad de prensa debe ser reivindicada más que nunca este 3 de mayo. Pero hoy y todos los días debería de ser recordada, ya que, como se viene clamando desde hace tiempo, “Sin periodismo no hay democracia”. Este derecho de la sociedad que no puede existir si los periodistas se encuentran con tantos obstáculos para trabajar.

el-mal-cambio

Así es ‘El mal cambio’, el primer documental en Green Definition

En los principios de la economía verde se mira tanto el producto resultante como cada una de las fases del proceso productivo que desembocan en él. No cabe la etiqueta de sostenible en un producto que derrochó recursos durante su elaboración. Bajo esa premisa, National Geographic ha ideado una resolución que permite disminuir la cantidad de energía que utiliza una televisión, se llama Green Definition y ha sido puesta en práctica con el documental ‘El mal cambio’.

Dicha cinta recoge el debate nacional sobre el futuro energético de Estados Unidos después de que su presidente, Donald Trump, anunciara su salida del Acuerdo de París. A partir de ahí, el documental explora el impacto socioeconómico de esa renuncia y sus desastrosas consecuencias medioambientales. Destrivializa un concepto aparentemente lejano y enseña las cicatrices del mal cambio –climático– en zonas como Puerto Rico, California y Florida.

Pero más allá de su contenido, el documental interesa por la tecnología dispuesta para su distribución: Green Definition es una resolución certificada mundialmente que, dicen, tiene la capacidad de disminuir hasta un 54% la energía utilizada en algunos televisores mientras estos están en uso. Se consigue mediante un filtro que apaga la mitad de los píxeles del aparato encendido, lo cual genera para la audiencia la ilusión de una imagen ligeramente menos expuesta y perfectamente reproducible en horario nocturno.

De este modo, el canal de esta gran organización aspira a cambiar los estándares de la industria con el objetivo de ahorrar la mayor cantidad de energía posible y, en un horizonte más ambicioso, modificar la forma en la que se producen y generan contenidos de entretenimiento y publicidad.

“En National Geographic estamos muy comprometidos con el medio ambiente y constantemente nos preguntamos qué más podemos hacer para lograr un mundo más sostenible. Hemos decidido innovar en este nuevo formato y ofrecer a nuestras audiencias más herramientas para acompañarnos en la lucha contra el cambio climático”, dijo Santiago De Cárolis, de National Geographic Partners para América Latina, en declaraciones recogidas por diversos medios latinoamericanos.

¿Nos encaminamos hacia un nuevo estándar audiovisual? La velocidad de una industria que deja obsoleta cada novedad en cuestión de meses invita a pensar que el nuevo paradigma introducido por National Geographic está más cerca de lo que podemos intuir. Todo lo que sume en la lucha contra el cambio climático es una gran noticia y, en ese sentido, la llamada Green Definition no puede ser más que celebrada por todos los agentes del sector.

1

“El periodismo cultural es un espacio de resistencia”

¿El periodismo cultural se centra en el artista, el libro o la super producción del momento? Puede ser que en las grandes cabeceras se focalice demasiado en esta tendencia, pero muchos de los periodistas que lo trabajan en otros medios lo entienden también como una manera de abrir la cultura no masiva a todo el público para darla a conocer y analizarla de manera audaz, veraz y con calidad. Es el caso de la profesional Olga Ayuso (@OAyuso), que hace lo propio en El Periódico de Extremadura. En la actualidad también desmiga la psicología desde las ondas de Canal Extremadura Radio.

¿Cuándo te picó el gusanillo del periodismo?

El gusanillo del periodismo a mí me picó ejerciendo. Ni siquiera en la carrera. Yo estudié Periodismo porque me gusta escribir más que cualquier otra cosa en esta vida y era la única carrera en la que el oficio exige escribir: de hecho, comencé en prensa. Luego descubrí que, junto a dar clases, es el único trabajo en el que yo soy o sería feliz.

¿Cuál es el panorama actual del periodismo cultural en nuestro país?

Al periodismo cultural le pasa lo mismo que a la cultura, en general. Es un espacio de resistencia. Salvo los medios públicos, el resto de los medios se ha transformado en conglomerados de comunicación, con sus propias servidumbres (productoras de cine propias o amigas; editoriales a las que se les hacen publirreportajes vestidos de noticias; los críticos solo reseñan libros que publican las afines, etc.). Además, se han introducido dentro del paraguas de la cultura ciertas manifestaciones que yo no consideraré nunca culturales, como la moda (y ¡ojo!: considero que hay que ser profundamente culto para ser un buen diseñador; no desdeño la moda), la gastronomía o esa aberración psicópata que consiste en matar a un animal doméstico en una plaza (sí: el toro es un animal doméstico). Las dos primeras deberían tener sus propias secciones. La última debería darnos vergüenza social.

¿Qué tiene la radio que no tengan otros formatos a la hora de hacer periodismo? ¿Eres de los que piensa que es un medio que no morirá nunca?

La naturalidad, la posibilidad de escuchar las voces de la gente a la que entrevistas o de quienes hablas. Es más móvil que una televisión o que un periódico: es inmediata y es cercana. No creo que mueran nunca ninguno de los medios con los que se transmite qué ocurre en el mundo a los demás.

¿Cuáles son los temas estrella que tratas en tu programa sobre psicología en Canal Extremadura Radio?

No hay temas estrella en psicología. Había una carencia de programas o espacios que abordaran la psicología de manera científica y no como un compendio general de consejitos de autoayuda que no sirven para nada, en el mejor de los casos, y que dañan personal y socialmente, en el peor. Así que, por ahora, me estoy dedicando (entre otras cosas) a desmontar mitos. Lleva muy poco tiempo, de todos modos.

También tienes un blog sobre cocina vegana. ¿Crees que el veganismo es un estilo de vida que ha crecido en los últimos años en nuestro país o sigue siendo visto de manera ‘extraña’ o diferente por quienes comen productos de origen animal?

El veganismo no es un estilo de vida. El veganismo es un posicionamiento ético, del mismo modo en que el abolicionismo de la esclavitud lo fue. Uno de estos posicionamientos se manifiesta en la cocina (no comer nada que provenga de un animal), pero otros en la moda (no vestir cuero, lana o seda), en el ocio (no ir a espectáculos que utilicen a animales). Sigue siendo visto de manera extraña, diferente y hostil: supongo que, en muchos lugares, menos, pero yo vivo en Extremadura, la tierra del cerdo ibérico. Generalmente, el tema del veganismo y del activismo vegano se lanza siempre a la carta animalista: no dañar a animales. A mí me interesaron más desde el principio (desde que comencé a informarme sobre la industria alimentaria, que es muy opaca) otros problemas: nos estamos comiendo la comida de personas que no tienen para comer. Se planta soja para alimentar al ganado que nos comemos en el Primer Mundo, se destruyen ecosistemas, se mata a indígenas, hay conflictos por la tierra que desencadenan guerras, se contribuye al cambio climático, se acaba con los fondos marinos y con la biodiversidad, pescamos en aguas extracomunitarias de países del Tercer Mundo, et. Las decisiones individuales de un grupo de personas no van a cambiar esto, que es un problema global, pero al menos yo (que siempre he dicho que el hambre en el mundo no se acaba por falta de voluntad política) me abstengo de colaborar con industrias y prácticas que contribuyen a la hambruna y a la destrucción del medio ambiente.

¿Alguna cosa más que desees valorar o destacar sobre los temas tratados?

El concepto de que la cultura es política e implica posicionamientos políticos: uno de ellos es hablar de lo que no se ve, de lo que no tiene espacio en los medios de comunicación generalistas, que dedican espacios al último disco del artista del momento o a la superproducción o al best seller del momento.