Hace un tiempo que esta bitácora reflexionaba sobre el poder periodístico de los hashtags en Twitter y parece que la vigencia de las diferentes funcionalidades de las etiquetas en esta red social se tambalea. Por lo menos en el sentido de la visibilidad/credibilidad respecto a la audiencia especializada de un mensaje compartido en 140 caracteres.
Existe una inflación de tuits con hashtag, circulan demasiados sin un contenido asociado realmente a la categoría que a priori mostraría la etiqueta o que, siéndolo, se suman a una especie de ‘copiapega‘ de campañas de promoción en serie. Precisamente, el uso masivo y desproporcionado de un recurso tan periodístico, casi equivalente al hecho de encasillar un contenido en la sección tradicional de un periódico, condiciona la utilidad del hashtag para tareas de documentación, seguimiento o rastreo de enfoques vinculados a una temática determinada.
Con todo, el hashtag mantiene la vigencia de uso en relación a una cita offline que concentra en torno a una etiqueta el debate paralelo, el comentario, la transcripción o la crónica fragmentada en forma de tuits de citas de lo que ocurre en un lugar determinado bajo un hashtag de consenso y de uso común para quienes asisten.
Aún así, en esos contextos también se introducen perfiles y mensajes ajenos a la temática de lo compartido, bajo el único objetivo de ganar visibilidad ante los ojos del tema de tendencia o del que acumula un buen puñado de tuits en poco espacio de cronología.
¿Seremos los usuarios de Twitter los mismos que, como Atilas de los 140 caracteres, pisemos las funcionalidades de los hashtags hasta dejarlas marchitas? En este terreno, parece que el marketing ha ganado terreno al periodismo.