¿Es posible practicar una comunicación responsable y sostenible? En contextos informativos como el que actualmente impera en las empresas, cuya aspiración a atender los ODS y a cuidar el planeta les “obliga” a trabajar para que sus productos y servicios sean respetuosos con el medio ambiente, la comunicación que proyectan ha de ser también, necesariamente, “limpia”. Al menos, ha de aspirar a serlo en los intangibles, con algunas herramientas clave como las que recogemos ahora en este post.

Responsabilidad en esencia. La esencia de la comunicación responsable ha de tener en cuenta los valores propios de la praxis medioambiental de las compañías. Esto es, si una empresa quiere proyectar a la sociedad la capacidad, sacrificio, esfuerzo y decisión de respetar las reglas del juego del planeta y de la legislación o certificaciones que así lo garantizan, la comunicación que practiquen ha de se responsable con ese trabajo que implica a toda una plantilla y acompañar, en suma, dicho esfuerzo para que la imagen, las versiones y los titulares que fluyan de la organización reflejen su apuesta real.

Contenedores y soportes. Si una empresa quiere comunicar valores sostenibles, éstos han de incorporarse a la trazabilidad de hechos que proyecte. Es decir, la estrategia de comunicación ha de saber incorporar las pautas que contemple cada departamento en ese afán, desde la comunicación interna a la externa, pasando por los soportes, contenedores y contenidos que fluyan de la compañía, tanto online como offline. Una política de marca asociada a dichos valores, y una hoja de estilo sostenible que puedan practicar los departamentos en su día a día, tanto comercial como ejecutivo, serán claves para que de lo dicho al hecho haya poco trecho.

Transversalidad y oportunidades informativas. Precisamente, de cada departamento, de cada lanzamiento, producto o servicio, la estrategia de comunicación responsable habrá de entrelazar las virtudes, defectos, oportunidades y propiedades, al objeto de pautar planes de comunicación transversales que optimicen al máximo los esfuerzos de difusión y de divulgación de los valores sostenibles e intangibles de la empresas. Porque si se busca la eficiencia en materia de comunicación, exprimiendo las posibilidades reales para alcanzar la eficacia, la praxis misma de ponerla en práctica restará recursos, tiempo, espacios y acción que refleje realmente una apuesta responsable por lo que se hace, se dice y se divulga de lo que se practica, se dedica y se comercializa.