Viñeta de El Roto para El País

El humor gráfico en el periodismo de hoy

Las viñetas suelen funcionar como los gags humorísticos engarzados en las películas de acción: son un respiro cómico que relajan la tensión del relato sin llegar a detener el flujo de la información. Chiste con el que te alivias entre noticia de accidente y reportaje de corrupción. 

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“Un periodista debe tener un manejo básico de la edición de sonido y vídeo”

La periodista Sonia Blanco (@sblanco) ha enfocado su profesión en aportar a las nuevas generaciones de estudiantes todo su conocimiento acerca de la profesión a través de la docencia. Es Doctora en Comunicación Audiovisual y profesora de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga, donde imparte asignaturas en las que hace uso de las nuevas herramientas sociales (blogs, podcasts, redes sociales, etc.) como herramienta reflexiva y de aprendizaje. Y ha coordinado dos proyectos de prácticas profesionales de alumnos: Andalucía Cinema y Eurovideo 05.

También ha trabajado en medios tradicionales (prensa, radio y televisión) como crítica cinematográfica y como colaboradora en Canal Sur y en Radio 3.

¿Cómo definirías la profesión de periodista? 

De la manera más básica y directa, que le gustaba al gran Enrique Meneses: un periodista debe ir, ver y contar. Pero, además, debe explicar el contexto de lo que está viendo para que su información sea completa. Y, por supuesto, debe aspirar a contar lo que los poderosos no quieren que se sepa.

¿Crees que un periodista en la actualidad debería cursar estudios o tener conocimientos de Comunicación Audiovisual?

Obviamente, sí. Es necesario porque en la actualidad, la mayoría de información que recibimos es vía audiovisual. Sobre todo, las generaciones más jóvenes. Por ello no es solo necesario sino imprescindible que un periodista tenga un manejo básico de la edición de sonido y vídeo, del mismo modo que antes, para ser más eficaz, necesitaba unas nociones básicas de mecanografía. Pero esto no quiere decir que un periodista deba ser un hombre orquesta que hace de todo. Las empresas periodísticas deben contar con los perfiles adecuados para la mejor elaboración del contenido, cualquiera que sea el lenguaje que deseen emplear. Pero para el periodista será muy útil tener este conocimiento, ya que le dará más autonomía para elaborar sus piezas e incluso un mejor criterio a la hora de trabajar con los profesionales de sonido y vídeo.

¿Qué importancia tiene en la actualidad para un periodista el uso de las redes sociales? ¿Un mal uso a nivel profesional podría ponerse en su contra? 

Sin duda para un periodista, las redes se han conformado como una especie de extensión de su trabajo en el medio. Y eso da lugar a situaciones peculiares y a veces incluso injustas. Veo a muchos periodistas intentando desligar su labor profesional de su opinión en las redes y no creo que eso sea muy práctico porque al final tu audiencia en muchas ocasiones te sigue por ser el profesional que eres, no la persona. Por otro lado, también hay muchos periodistas que usan las redes no para opinar, sino para informar y/o completar información de sus medios. Lo más normal es que haya un poco de todo en los perfiles: opinión, información, humor, etc. Por tanto, yo creo que en este caso un periodista debería tener un especial cuidado en dejar claro lo que es opinión e información. Un periodista, como cualquier otro profesional, tiene derecho a poder expresarse libremente, pero como informador tiene una responsabilidad mayor y, por tanto, su gestión de redes ha de ser especialmente escrupulosa.

¿Qué reflexión haces sobre la utilización de las redes sociales como elemento de innovación en la educación universitaria, a partir del trabajo de investigación que llevas a cabo en la actualidad? 

Trabajar con redes sociales en la educación es algo muy complicado. Porque van surgiendo herramientas nuevas y las generaciones cambian en un período de tiempo mucho más corto que antes. Hemos usado Twitter y Facebook con un estupendo nivel de aceptación por parte del alumnado, pero en los dos últimos años vemos que ya no están interesados en estas redes y se mueven fundamentalmente en Instagram. Pero, por otro lado, es bueno realizar dinámicas en clase que incluyan estas redes, porque te dan la excusa perfecta para enseñarles a utilizarlas de un modo más profesional y no solo con un interés meramente lúdico.

¿Con qué mensaje te gusta que se queden tus alumnos de Comunicación Audiovisual después de tus clases? 

Con que el aprendizaje no es un proceso restringido a los cuatro años de grado, sino constante. Que nosotros solo somos el comienzo de ese proceso y que ellos deben estar atentos a nuevas tecnologías, a nuevas técnicas y a mantenerse al día de todo aquello que les pueda ayudar a ser mejores profesionales.

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“La mayoría de los periodistas todo lo ven desde el prisma de su opinión”

El periodista argentino Fer Duclos (@Ferduclos) tomó la decisión hace unos meses de alejarse por un tiempo de su zona de confort y de descubrirle a sus paisanos cuál es la realidad del mundo, fuera de lo que muestran los telediarios. Y, así, con su mochila y su teléfono móvil se ha embarcado en un intenso viaje por la ruta de la seda para recorrer desde España hasta países asiáticos como Turquía, Georgia, Chechenia, Kazajistán, Afganistán e Irán. Y lo cuenta a través de su proyecto Periodistán (@periodistan_).

¿Cuándo decidiste que querías ser un hombre de mundo que contara las culturas, las costumbres y las experiencias de diversos países desde el prisma periodístico?

Nunca decidí ser un hombre de mundo, se fue dando. Un poco me viene con la genética. Mi mamá siempre cuenta que la primera palabra que dije en mi vida fue tren. Vivíamos en un departamento muy chiquito y desde el balcón se veía el tren pasar y cada vez que sentía el ruido que hacía, salía disparado al balcón teniendo un año o menos. En algún punto esa cosa del moverse, del transporte siempre estuvo en mí. Cuando tenía 5 o 6 años mi pasatiempo favorito era aprenderme las capitales de todos los países del mundo, dibujar banderas y las camisetas de las selecciones de fútbol en tiempos en los que no había internet. Me leía todos los atlas, los mapas. Me gusta mucho leer y a medida que voy leyendo me dan ganas de ir a los lugares.

¿Cómo y cuándo arrancó tu proyecto Periodistán? ¿Cómo estás consiguiendo realizar tu alucinante recorrido solo por tu cuenta? ¿Con qué recursos cuentas, además de tu mochila y una cámara de fotos?

Periodistán arrancó en enero de este año. Me tomé un vuelo a Barcelona y no tenía mucha idea de qué iba a hacer. Estaba medio perdido y todo se fue degenerando en algún punto a esto que es hoy, que es algo muy lindo, que me pone muy contento, ya que he llegado a cierto reconocimiento en Argentina. Al principio no tenía claro qué iba a escribir en redes sociales, si iba a servir, si alguien me iba a leer. Hasta noviembre de 2018 yo tenía mi trabajo en Río de Janeiro, pero lo perdí porque la empresa en la que trabajaba cerró. Y dije es ahora o nunca: tengo 33 años, no soy viejo, pero tampoco tengo 18. Y partí.

¿Qué balance haces del periplo que llevas hasta ahora? ¿Qué destacas de las culturas y países visitados?

De Occidente no sabemos prácticamente nada: de Turquía hacia el Este pensamos que es todo terrorismo. No tenemos una mínima idea de qué es el islam: el trato de la gente islámica es espectacular, son increíblemente cordiales, acogedores, calurosos; dormí en las casas de gente que me recogieron haciendo dedo y que me invitaron a comer todo el tiempo. La cultura de lo colectivo es muchísimo más fuerte que en nuestros países. Cuando en 60 años les cuente a mis nietos, destacaré la hospitalidad de la gente.

Leímos en una crítica sobre tu libro Crónicas africanas que, primero llegas al destino, luego observas y finalmente preguntas. ¿Crees que en el periodismo que se realiza en la actualidad en muchos países occidentales, en algunas ocasiones, caen en el error de invertir este proceso?

Vengo muy cargado de prejuicios y trato de luchar y ponerme en abogado del diablo: me cuestiono cada cosa que pienso sobre ellos (“por qué pensé esto, estoy seguro de ello, por qué”). Es un ejercicio que pocos periodistas en otros países hacen, ya que la mayoría ya tienen una opinión formada y todo lo ven desde el prisma de esa opinión: antes de ver lo que sucede ya saben lo que sucede, invierten el proceso. Yo no me creo en un escalón superior, pero trato de ser muy consciente del lugar que ocupo (no por estar durmiendo con un obrero en Afganistán, ya soy igual que él; yo sé que soy un privilegiado y que, si mañana pasa algo, tengo mi pasaporte y a mis padres esperándome) y me cuestiono cada cosa que pienso para llegar a mejores conclusiones o, al menos, tener mejores preguntas.

 

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“Sin comunicación corporativa la empresa no existe”

l periodista David Martínez Pradales (@dmartinezpr) lleva trabajando en comunicación de Orange desde que la marca aterrizó en España y ahora dirige el medio de información tecnológica www.nobbot.com , impulsado por la compañía, donde da muestra clara a través de sus contenidos de lo importante que para una empresa es la comunicación corporativa.

¿Por qué es tan importante la comunicación corporativa para una empresa en la actualidad?

Lo ha sido siempre: sin comunicación corporativa la empresa no existe más allá de sus productos, servicios y precios, pero es la comunicación la que da sentido a esa actividad para las distintas audiencias. Estas, abrumadas por una oferta inabarcable, pueden tomar sus decisiones de compra determinadas por los llamados intangibles y por eso estos son tan necesarios. Pero más allá de este alineamiento con el negocio, la comunicación corporativa es hoy una muestra de responsabilidad de la empresa con la sociedad, que exige de las empresas un compromiso que va mucho más allá de la compra-venta y tiene que ver con considerar a los clientes como personas y a la sociedad como mucho más que un mercado.

¿Cuáles son las claves para desarrollar la comunicación corporativa de una empresa de manera efectiva?

Cada empresa es un caso distinto, pero, en general, creo que la clave es mirarse poco el ombligo y extender la mirada en el horizonte que se dibuja más allá de las ventanas de las oficinas. Esto es: priorizar la demanda de información de las distintas audiencias sobre las ansias de comunicación de las empresas. Y, por supuesto, apostar por la traslucidez (no creo en la transparencia) constructiva para ambos.

¿Qué papel tienen las herramientas digitales en la comunicación corporativa?

Esencial en un ecosistema informativo cada vez más ‘desintermediado’. En este sentido, creo que Orange, a través de sus distintos soportes (webs propias y redes sociales), se sitúa a la vanguardia de lo que se hace en comunicación en nuestro país. Por ejemplo, un medio como www.nobbot.com, con hitos como la entrevista al presidente de la nación, es algo insólito en el panorama de la comunicación corporativa nacional y no sé si internacional. La clave, como decía antes, es no imponer a las audiencias lo que queremos que escuche, sino construir contenidos (y marca, a través de ellos) tomando como guía sus intereses.

¿Qué cosmovisión haces de tu libro Comunicación POP 5 años después de su edición? ¿Ha cambiado mucho la situación expuesta en ese camino hacia la marca personal?

El libro creo que es un retrato, muy personal y caótico, de su momento y en buena parte, y por fortuna, ha sido superado por los acontecimientos. No precisamente en lo que tiene que ver con la marca personal, un concepto en el que no creo y que me parece otra forma más de enmascarar la vigilancia y el control cosificando, de paso, a las personas. En él también avanzaba la necesidad de aventurarse en el periodismo de marca, algo que posteriormente hemos hecho desde nobbot.com  con éxito de audiencia (más de 850.000 visitas al mes) y relevancia, por ejemplo, siendo considerado uno de los tres mejores medios digitales en los últimos premios del día de Internet.

¿Qué mensaje le darías a los estudiantes de Periodismo que tienen el foco puesto en la comunicación corporativa?

Qué puedo decir. Llevo más de 25 años dedicado a esta actividad y me siento un privilegiado porque, además, puedo combinarla con el ejercicio del periodismo y la creación de contenidos. Mi recomendación para ellos es que, si se van a dedicar a la comunicación corporativa, sean valientes y contribuyan con su actividad a borrar límites profesionales obsoletos que, a menudo, convierten la comunicación en un ejercicio de ensimismamiento corporativo. Sirve, también en este ámbito, la recomendación de escuchar antes de hablar.

Por @casas_castro

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“Es importante que haya unidades de datos en todas las redacciones”

El italiano Daniele Grasso (@danielegrasso) es experto en periodismo de datos, una tendencia creciente en nuestro país y que consiste en recopilar y analizar grandes cantidades de datos a través de software especializado para hacer más comprensible la información al público. Grasso ha trabajado como freelance para medios italianos desde España y en la actualidad colabora en el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y estructura la unidad de datos del periódico EL País.

¿Qué papel cumplen o deberían cumplir en la actualidad las redes sociales para el trabajo de los periodistas?

Deberían cumplir el papel del resto de herramientas de internet: ser fuente para verificar cosas y canal de comunicación hacia fuera. Tienen un papel de creación de marca personal, un canal fiable para los seguidores del periodista. Esto se ve últimamente con el funcionamiento en todo el mundo de las newsletter: la elección de un lector por un periodista del que se fían para que le hable de un tema determinado. Hay que cuidar las redes, pero sin obsesionarse.

¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de desarrollar periodismo de datos?

En general hay que tener en cuenta la necesidad de hacer buen periodismo, fiable, contrastado y contrastable por parte del lector también (con fuentes). Ya concretamente en el periodismo de datos, es algo cada vez más común, por lo que me empeño en quitarle el apellido de “datos”, ya que debe ser “periodismo” como tal. En sus inicios, en 2010, se hacía con menos recursos, pero hoy en día hay un mayor acceso a bases de datos más grandes y herramientas más potentes. Es importante no dejar de actualizarse y adentrarse más en este tipo de periodismo.

¿Cuáles son las claves para su uso por parte de los periodistas?

Uno de los aspectos fundamentales para que el periodismo de datos exista en las redacciones es darnos cuenta de que la audiencia cada vez nos exige más precisión, fiabilidad, rigor y trazabilidad de las fuentes. Es importante que haya unidades de datos y gente especializada en ello en todas las redacciones y que los periodistas tengan la mentalidad abierta para saber trabajar con perfiles nuevos. Incluso gente que no es periodista, pero que es especialista en alguna materia como son los datos.

¿Cómo valoras el panorama del periodismo en las grandes cabeceras italianas en comparación con España?

Lo que veo leyendo las grandes cabeceras italianas es que se han quedado bastante atrás en la apuesta por los datos. Incluso cuando intentan hacer gráficos atractivos se quedan en cosas que no funcionan bien en el móvil. Hay un intento interesante en La Repubblica: cada dos o tres días tratan un argumento con algo de profundidad desde el punto de vista de los datos. A mí no me apasiona y no creo que esté teniendo mucho éxito. Fuera de las grandes cabeceras sí hay varios freelance que trabajan mucho con datos, pero que colaboran con medios extranjeros.

¿Qué mensaje le darías a los jóvenes que hoy se forman como periodistas en las facultades?

Que tengan los pies en la tierra y no tengan como objetivo ser el nuevo Kapuściński, sino, más bien, saber ordenar, jerarquizar y explicar las cosas desde el conocimiento del periodismo de datos. Algo muy útil porque supone ofrecer ayuda y hechos sobre determinados argumentos de manera mucho más profunda, pulcra y analizada para no tener que tirar siempre de notas de prensa.

Por @casas_castro

Foto de Lorena Ruiz/El País

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“El prestigio es una carrera de fondo de la que nadie habla”

La periodista Reis Juan (@reisjuan) fue de las primeras profesionales en estar al pie del cañón para interponerse al cierre de la ya desaparecida Ràdio Televisió Valenciana (RTVV) en 2013. Una lucha reforzada por la unión de trabajadores que, en cierto modo, dio pie al nacimiento en 2017 de la actual autonómica À Punt Media.

¿Cuáles son las claves para comunicar delante de una cámara de manera clara, cercana y veraz?

En realidad, yo comunico delante de un micrófono desde hace más de 30 años, exceptuando el “lapsus” del cierre de RTVV. Mi gran pasión es la radio y en ella he trabajado todo este tiempo. Aun así, he estado delante de la cámara en programas como “La Vella Memòria” i “L’Esfera de la cultura”. He de reconocer que jamás me planteé hacer nada especial por el hecho de estar delante de la cámara. Siempre pensé que debía ser yo misma (todo lo “yo” que se puede ser delante de una cámara). Al principio del programa mis compañeros me “reñían” porque me movía mucho (este suele ser un problema típico de gente que venimos de la radio). Recuerdo un día grabando un reportaje para MildeNou cómo se reían de mi porque enrollaba el cable del micro delante de la cámara: en radio lo hacemos para proteger la conexión del micrófono, cosa que los compañeros de televisión no hacían jamás. En cuanto a la veracidad, es cuestión de no querer engañar al espectador, de poner verdad en aquello que haces. La gente del teatro lo tiene muy claro: después de saberte el papel y de tener claros los movimientos, hay que ponerle al personaje verdad, víscera. Algo similar pasa con la cámara: debes poner verdad en aquello que haces, ser honesta con quien mira el programa. Y la cercanía la suele dar la ausencia de artificio, cosa complicada hoy en día. Echo de menos gente que sea “normal” delante de la cámara. Parece que solo aquellos personajes graciosos, alocados y pueden comunicar. Creo que nos estamos alejando mucho de la cercanía, que es un elemento fundamental para conectar con la audiencia. Me gustan compañeras como Carolina Ferré o Enric Navarro, en À Punt, o Pere Estupinyà, el “cazador de cerebros”, por ejemplo.

¿Cómo viviste el cierre de RTVV?

El cierre lo viví muy mal, como todo el mundo en el Pais Valencià, supongo. Aquella noche, cuando vi el decreto de cierre que acababa de firmar el ocupante de la Generalitat, Alberto Fabra, y leí que se ejecutaría en 24 horas me monté en el coche camino a la radio. La radio ya no sonaba. Envié a casi toda mi lista de contactos un mensaje que decía “La ràdio ja no sona, van per la tele. Tots a Burjassot” (“la radio ya no suena, van a por la tele. Todos a Burjassot”). Me fui a Burjassot pensando que podíamos evitar el cierre. No me querían dejar entrar porque, a pesar de estar en plantilla, no tenía permiso de la dirección para entrar. Salté el torno de entrada con un compañero y corrí mientras nos seguían los de seguridad. Una vez dentro intenté ayudar pasando teléfonos a la gente que llevaba el programa, haciendo tuits contando lo que pasaba. Lo peor de aquella noche fue ver la entrada militar de la policía y, enfrente, al compañero Vicent Mifsud, en aquel momento presidente del Comité, sin perder los papeles en ningún momento. Las siguientes 24 horas posteriores las recuerdo como si estuviera drogada. De hecho, llevaba algún Valium en el cuerpo. Y una mezcla de sentimientos difíciles de describir cuando vi a tanta gente que salía a la manifestación. Recuerdo que pensaba “¿dónde estabais cuando luchábamos hace años, cuando recogíamos firmas contra la privatización, etc.”. Aquella tarde quería desaparecer del mapa.

¿Fue la unión de compañeros esencial para tratar de hacer justicia y para la ‘construcción’ de À Punt?

Está claro que cada uno por nuestra cuenta hubiéramos conseguido menos, aunque me costaría definir “menos” en este caso. Visto en perspectiva todo tiene menos épica de la que parece que tuvo. Quienes realmente se batieron el cobre, con todas sus desavenencias lícitas, fueron los compañeros del Comité de Empresa. Sin ellos nos hubiéramos ido a casa con una mano delante y otra detrás, tal como pretendía la derecha y muchos “enfants terribles” de la izquierda. Y seguramente hoy no tendríamos À Punt en marcha, un medio que, a pesar de la pésima ley promulgada por el Botànic, que la obliga a ser privada, excepto los informativos, vuelve a vertebrar el país. De lo que sí nos protegió aquella “unión” fue de las calumnias de compañeras y compañeros de profesión y de la clase política que en teoría iba a defendernos y a rescatarnos. Hubo quien pagó un precio muy elevado a nivel de salud, pero como colectivo pudimos sobrevivir, con todos los matices que tiene. Algún día me gustaría hablar de todo aquello serenamente, pero tendrá que pasar mucho tiempo. Aquella unión, aquel colectivo, por ejemplo, impulsó la creación de la MESAV, la Mesa de l’Audiovisual Valencià, impulsora de la nueva À Punt. En cierto modo, allanamos el camino para que no se perdiera todo, a pesar de que aún hoy hay gente a la que le parece que tenemos trato de favor. En fin…

¿Crees que espacios de medio ambiente o de cultura tienen suficiente presencia en las televisiones nacionales? ¿Son importantes para aportar algo más que entretenimiento e información al espectador? 

Parece que el medio ambiente es un valor al alza. La clase política habla de medio ambiente (pocas veces con acierto) y los medios reflejan ese interés creciente. Sin ir más lejos À Punt tiene los programas Samarucdigital i Terra Viva, por ejemplo, e imagino que irán en aumento. A la cultura le pasa todo lo contrario, cada día interesa menos. Me parece muy interesante que la radio de À Punt ponga en antena el programa cultural Gravetat zero con Maria Josep Poquet. Es imprescindible que los medios dediquen horas a la cultura. Siempre he dicho que el Pais Valencià da para hacer un programa diario de cultura y divulgación científica. Pero ni la cultura ni la ciencia interesa a la gente porque no interesa a sus dirigentes. Buena prueba de ello son las políticas culturales y científicas. Es increíble que en un país con tanto creador y tanto equipo investigador de calidad no se puedan llevar a cabo políticas que premien el talento. Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la divulgación de la cultura y la ciencia, por eso soy tan crítica cuando leo crónicas que hablan de la baja audiencia de À Punt. A un medio público no se le debe juzgar por la audiencia sino por el nivel de servicio público que desempeña y, en nuestro caso, la ley lo pone difícil.

¿Qué importancia tienen los medios locales y autonómicos para el ciudadano? ¿Qué le aportan en su día a día a nivel informativo?

Tienen mucha importancia, aunque no lo queramos. Vertebran para bien o para mal. Los programas “top” como Assumptes interns crean lenguaje y fomentan gustos y comportamientos. Personajes como Eugeni Alemany hacen tanto por la lengua y la vertebración como la asignatura de Valencià en el instituto.

¿Qué mensaje le transmitirías a los estudiantes de Periodismo? ¿Hay futuro en la profesión para ellos?

Depende de lo que se entienda por futuro. Siempre hay futuro. Siempre existirá la necesidad de tener información y entretenimiento. Pueden cambiar los medios, los soportes, pero el hecho informativo y comunicativo siempre será el mismo. Tenemos necesidad de saber y los medios, sean los que sean, nos ofrecen esa posibilidad. Es un error querer descubrir la pólvora en este sentido porque ya está descubierta. El camino no está en inventar nuevos formatos, nuevas apps, nuevos soportes. Probablemente el secreto esté en ir al origen, es decir, ofrecer verdad. Que la gente se pueda identificar con aquello que le ofrece el medio y con la persona que le acerca el producto audiovisual. Esto, aunque parezca sencillo, es difícil de encontrar. Aquellos jóvenes que ven el futuro como la carrera al éxito supongo que tendrán menos futuro. Sobre todo, porque el éxito es efímero, poco consistente. A la gente joven que conozco siempre le digo que debe elegir entre éxito o fama y prestigio. Son carreras muy diferentes: el éxito es relativamente fácil de conseguir, depende de qué estés dispuesta a hacer. El prestigio es una carrera de fondo y de la que nadie habla. Si me dieran a elegir yo elegiría la segunda sin duda.

Por @casas_castro

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El feed horizontal de Instagram y el motín 2.0

El feed horizontal de Instagram lleva tiempo anunciándose. Parece que nunca llega pero cualquier día nos podemos topar con el cambio sin previo aviso, al igual que la red social hizo a finales del año pasado. En aquel momento, a los usuario elegidos les entró el pánico y se amotinaron (en modo 2.0, por supuesto). Y, aunque Instagram decidió parar las máquina para que el feed horizontal no acabara haciéndose efectivo, la amenaza se cierne sobre cada perfil.

Esta nueva forma de desplazarse por la red social, semejante a como se ven los Stories, implica diversos cambios que hay que conocer y a los que se debe estar preparado. La verticalidad forma parte de la idiosincrasia del feed de Instagram desde que nació, si bien es cierto que los nuevos formatos cobran cada vez más espacio y, por tanto, ayudan a explorar otras posibilidades.

Si mañana se implantara de forma general el feed horizontal de Instagram, una de las dudas más extendidas es qué sucederá con aquellos perfiles con un mosaico coherente, con colores y temáticas perfectamente diseñadas. Pues no pasará nada. De un solo vistazo, este trabajo se permanecerá impertérrito. Sin embargo, las imágenes deben respetar las medidas cuadradas originales 1:1. Es decir, la moda de los marcos blancos que circundan las fotografías y crean distintos tamaños tienen los días contados. Instagram va a incluir, precisamente, un marco blanco en aquellas publicaciones con otras dimensiones para homogeneizar la parrilla.

Uno de los puntos que más potenciará el feed horizontal de Instagram son los comentarios, muy en línea con lo que se está trabajando en Facebook. Esto se debe a que las interacciones cobran protagonismo por la inercia del desplazamiento, que deja más espacio en cada imagen. Y aquí los perfiles de empresa tienen mucho que hacer.

Como el consumo de contenidos se asemeja al de los Stories, la gente va a comenzar a ver una publicación tras otra. ¿Generará mayor tiempo de permanencia en la red? Posiblemente sí, ya que se puede trasladar el éxito del formato que Instagram plagió a Snapchat. Y esto implica que se incremente el número de visualizaciones de los anuncios. Si en los Stories te los puedes saltar, en el feed horizontal de Instagram parece que va a estar complicado. ¿Será este el fin del cambio que se avecina? Lo averiguaremos cuando se haga realmente efectivo –si antes no hay otro motín 2.0-.

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“Se puede hacer periodismo en las redes sociales”

Como jefa de Contenidos Digitales de la televisión autonómica valenciana À Punt, la periodista Anna Peña i Aso (@valencianna) pone en práctica una de sus máximas como profesional a la hora de hacer uso de las redes sociales: que esa utilización sea crítica y ética para que abra la puerta a enriquecer mucho más las historias que creamos y que consultamos con nuevas perspectivas, pero siendo conscientes de sus riesgos. Nos lo cuenta.

¿Cuándo se despertó en ti la chispa de la comunicación? ¿Fue antes de entrar en la universidad?

Sí. De hecho, todavía hacía la ESO. Siempre me ha gustado escribir y analizar las cosas que pasan. Creo que hay diferentes concepciones del periodismo: como una vocación, como un oficio o como un trabajo. Todavía conservo esa visión más vocacional (y puede ser, ingenua) de que el periodismo sirve para incidir en la realidad que te envuelve.

¿Son las redes sociales una buena herramienta para que los usuarios se informen debidamente? ¿Cómo no caer en la trampa de la desinformación?

Las herramientas no son buenas o malas por el hecho de serlo: todo depende del uso que se hace de ellas. Creo que hay mucho trabajo pendiente en cuanto a la pedagogía y la divulgación sobre la tecnología y cómo usarla éticamente. También en cuanto a las redes sociales. Siempre que ha habido cambios tecnológicos han venido acompañados de vaticinios sobre el fin de la tecnología anterior o bien tentaciones de poner por delante todos los peligros que comporta. Las redes sociales han venido para quedarse, pero es importante que se usen de manera crítica y ética y teniendo en cuenta que detrás hay grandes corporaciones y que la moneda de pago (de momento) son los datos personales y la propia privacidad. Hemos interiorizado dentro de nuestras rutinas diarias el uso de las redes sociales y consultamos nuestros dispositivos móviles decenas a veces cada día. Esto nos abre muchísimas posibilidades a la hora de conocer (y explicar) nuevas realidades y con una velocidad que hasta ahora no habíamos visto. Este papel bidireccional de consumo de información, pero al mismo tiempo de producción de esta, abre la puerta a enriquecer mucho más las historias con nuevas perspectivas. Aunque también tiene riesgos. Por un lado, la velocidad a la que circula la información facilita la propagación de fake news de diferentes tipos: desde datos imprecisos, carencia de información contextual, uso de una información para transmitir un problema o debate interesado o directamente información falsa y fabricada expresamente. Todas estas cosas se pueden detectar con herramientas de verificación y recurriendo a fuentes confiables. Hay otro aspecto un poco más complejo. Como seres humanos que somos, nos creamos entornos de confianza en los que nos sentimos más cómodos. Por lo tanto, también tendemos a seguir en las redes sociales aquellas cuentas que tienen una visión del mundo que nos resulta cómoda y compatible con la nuestra. Esto genera “burbujas de sesgo” que polarizan posiciones y que es importante romper para contraponer puntos de vista. Seguro que si ahora comparamos nuestros timelines de Twitter habrá dos realidades paralelas que los dos podemos creer que son la correcta. Y no es así.

¿Cuáles son las claves principales para realizar una campaña de redes sociales para una empresa de manera efectiva y atractiva?

Para mí el pilar básico es encontrar tu propio código. Cada marca (independientemente de que sea una empresa, una institución, un medio, una entidad, etc.) tiene que encontrar un espacio de comunicación donde se la pueda reconocer entre todo el ruido que hay en las redes sociales. Y aquí intervienen diferentes factores: el cuidado en los contenidos, el diseño gráfico y visual, un relato, los formatos utilizados, etc. Como en cualquier estrategia de comunicación es imprescindible ser muy flexible en los formatos y tener capacidad de adaptación. Primero era el texto, después la imagen fija, el video, los stories. Ahora los GIFS y los stickers y posiblemente después vengan experiencias más inmersivas y de personalización de contenidos. Con todo este cajón de posibilidades hay que difundir cada mensaje en el apoyo y en la red social que más le convenga para potenciar la interacción con las audiencias y que se puedan reconocer en aquello que comunicas. Después hay los clásicos: la constancia, la planificación (porque incluso el acto comunicativo más espontáneo requiere una conceptualización previa) y para mí una cosa capital: la corrección lingüística.

¿Es importante que los medios tradicionales estén presentes en redes sociales? ¿De qué manera?

Creo que es imprescindible. De hecho, creo que los medios de comunicación ya no son “tradicionales”. De una manera o de otra son plataformas de comunicación con diferentes ventanas de emisión: diario de papel y web, radios con web, apps y servicios de podcasting o, el caso de À Punt, televisión, radio, web y redes sociales con contenidos que transitan a través de todas las ventanas. Las combinaciones son infinitas. Es muy importante estar presentes no únicamente desde el punto de vista empresarial de monetización y creación de audiencias, que obviamente son clave. Es importante también para ofrecer fuentes próximas y confiables a la ciudadanía en esas “burbujas” de las que hablábamos antes y también porque las mejores historias llegan a la ciudadanía en los formatos que les son más naturales de consumir y en los cuales se pueden reconocer más cómodamente. Creo que se puede hacer periodismo en las redes sociales y que no tienen que ser un contenido subsidiario de otra ventana. Complementario, en todo caso.

¿Qué mensaje le transmitirías a los estudiantes de Periodismo? ¿Hay futuro en la profesión para ellos?

Volvemos a los conceptos de vocación, oficio y trabajo. Creo que es una vocación o un oficio precioso, pero es indudable que el periodismo pasa por un estadio de transformación profunda y por un contexto de precariedad en las condiciones en las que se ejerce, tanto por las condiciones de trabajo como por la buena salud de la libertad de expresión. Creo que hay futuro porque se comunica más que nunca, pero también cada vez menos desde los medios “tradicionales”. Es básico generar proyectos alentadores y novedosos porque no sabemos qué viene después, así que una cosa imprescindible para un buen oficio es no perder la curiosidad.

Por @casas_castro

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“Soy hijo de la televisión que me parió a mí y a toda una generación”

Después de pasar por televisiones autonómicas y nacionales como reportero y redactor, el periodista Joan López (@joan_lopez) vive en la actualidad un buen momento como presentador del magazine de las tardes de la valenciana À Punt, À Punt Directe, junto a Carolina Ferre, a la que considera su maestra televisiva. Esfuerzo y dedicación de años por su parte que han dado sus frutos, sin perder de vista, como él mismo aconseja a los jóvenes estudiantes, que la pequeña pantalla es solo un medio y que el periodismo tiene otras muchas ventanas que puede y debe abrir.

¿Cuándo comenzaste a interesarte por el mundo del periodismo y de la televisión? ¿Hubo algún momento antes de la Universidad que hizo saltar esa chispa?

Nací el año en el que se iniciaron las emisiones regulares por las mañanas. De algún modo soy hijo de la televisión que me parió a mí y a toda una generación. Crecí los viernes con Sensación de Vivir, el Juego de la Oca, etc. Recuerdo ver a Joan Monleón y su catártica paella rusa. Los jueves tocaba Médico de familia o Farmacia de guardia. Mis padres fueron padres muy jóvenes y cuando entró la primera SONY en casa mi padre pasaba las horas grabándonos a mi hermana y a mí y editando los vídeos con rótulos y créditos. Creo que verme en la tele de casa ha sido algo muy familiar. También vengo del mundo teatral y eso allana el camino. Siempre me ha gustado contar cosas y que me escuchen. Soy un juglar perdido en el tiempo que está encontrando su espacio. En la carrera fui becario como jefe de Política en el periódico de la universidad. Hasta que un día un profesor viéndome imitar a un presidente de la Diputación me dijo: “tú tienes que hacer tele”.

¿Cuáles son las claves para realizar un directo en un magazine delante de una cámara de manera clara, cercana y veraz?

En la tele no se puede mentir y menos ahora que emitimos en HD; se ve la trampa enseguida. Por eso la clave para encontrar la cercanía es la preparación, todo el trabajo de redacción que no se ve. Escribir parte de mi propio guion me ayuda mucho. Escribo como hablo.

¿Cómo está siendo tu experiencia dentro de la autonómica À Punt? ¿Cuáles son sus puntos fuertes y qué ofrece al espectador frente a la desaparecida Canal 9?

À Punt me ha brindado un salto cualitativo en mi carrera. Es la gran oportunidad. Había sido reportero en la antigua Canal 9 y redactor en varios programas, he hecho cuatro ediciones de Supervivientes en Honduras, etc. Pero ahora, de momento, presento. Si algo he aprendido en esta profesión es que todo es circunstancial. Yo salgo todos los días a ganarme el cariño del espectador, que es lo que necesita À Punt: mucho cariño en tiempos convulsos de mucho ruido.

¿Son las redes sociales un medio relevante hoy en día para acercar la información al público o para interactuar con posibles fuentes? ¿En qué no hay que caer a través de ellas?

Las redes sociales son una herramienta fundamental para el trabajo de redacción: nos conecta fácilmente con entidades, colectivos, protagonistas anónimos y empresas. Gracias a las redes generamos contenido, pero hay que saber separar el trigo de la paja: Facebook invita a opinar de forma reflexiva, pausada y se pueden compartir piezas audiovisuales cortas como reportajes. Instagram es el gran escaparate donde se hace imagen de marca, corporativa y personal. Y después está Twitter, que solo sirve para consultar fuentes oficiales como policía o 112 en incendios, avisos y comunicados, o para generar mucho ruido a través del eructo del tuit con pseudónimo, que me interesa muy poco.

¿Qué mensaje le darías a los jóvenes estudiantes de Periodismo que sueñan con vivir de nuestra profesión y trabajar en televisión?

Para vivir del periodismo hay que ser el mejor y para ser un buen periodista primero hay que ser una gran persona. No se puede separar una cosa de la otra. He tenido una gran maestra de la naturalidad a mi lado, Carolina Ferre, y la humanidad ha sido la asignatura de la que jamás me examinaron y, sin embargo, todos los medios en los que he estado me la han exigido. Hay que tener una curiosidad insaciable, una educación exquisita, sentido del humor, formación actoral, disciplina deportiva, constancia, mucha paciencia y perseverancia. Y nunca jamás olvidar que la tele no es más que un medio. Y que el periodismo tiene otras muchas ventanas que puede y debe abrir.

Por @casas_castro
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“Las redes sociales son el escaparate de moda más fuerte de la historia”

El periodismo de moda es uno de los sectores informativos más consumidos de nuestro país y las redes sociales se han convertido en su mejor escaparate de difusión a través del trabajo de influencers de tendencias. Ello lo sabe muy bien la periodista Estefanía García (@estefaniac2t), que actualmente es subdirectora de la Escuela Superior de Marketing y Moda Idacem y creadora de la firma de moda once Madrid.

¿Cuáles son las claves para realizar periodismo sobre moda de manera clara, cercana y veraz?

Mantener siempre la independencia de criterios por encima de las corrientes de moda (tendencias).  Hay que ser consecuente con tu gusto personal de la misma forma que hay que ampliar tus miras para ser permeable al talento al margen del sesgo que nos genera nuestro propio sesgo estético. Es decir, a mi puede que no me guste OFF-WHITE (marca de moda italiana), pero sé lo que representa, lo que significa y el papel que juega en la moda contemporánea. Lo valoro y lo tengo en cuenta.

¿Qué mensaje principal es el que os gusta transmitir a vuestros estudiantes de Idacem a la hora de trabajar la moda como sujeto ‘marketiniano’?

Sobre todo, la idea de la que la moda es, por encima de todo, un negocio, que a veces se olvida al amparo de lo artístico o lo creativo. Y que como negocio requiere que los números no solamente salgan, si no que todo se dirige a maximizar las ventas. De hecho, una de las bases del marketing, renovar constantemente el producto, es probablemente una de las características más descriptivas de la moda. Por eso surgen las tendencias y por eso en moda se dice que “todo vuelve”. Aunque lo que no se cuenta es que lo hace con carácter “renovado”, gracias al ejercicio de marketing que hay detrás tenemos la sensación de que aquello que compramos es novedoso y, de hecho, por eso lo compramos). Por ejemplo, las hombreras de los años 40 no son las de los 80 y las de los 80 tampoco son las que rescató en su momento Christophe Decarnin para el relanzamiento de BALMAIN.

¿Qué han supuesto redes sociales como Instagram para el mundo de la moda y para la llegada de nuevos perfiles que influyen en el público de manera tan cercana con sus fotografías? ¿Son un buen escaparate para la moda?

Las redes sociales no es que sean un buen escaparate de la moda, es que son indudablemente el escaparate de moda más fuerte de la historia, gracias a elementos como la proximidad y la inmediatez, además de por su valor aspiracional y su talante estético.