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…todo nos iría mejor. Afirmaciones como la que da pie a este post las escuchamos en tertulias radiofónicas, en seudodebates televisivos o en las propias redes, claro. Porque dicha sentencia socorrida, que generaliza el tiro de las prospecciones especializadas en los canales sociales, puede ser heredera de aquella “si no fuera por los periodistas…” que enseñaban en la Facultad de Periodismo, en la asignatura de Teoría General de la Información (TGI).
El prisma de quien afirma la sentencia de que la culpa de todos los males de la sociedad actual, de su mala educación, de la falta de sensibilidad ante determinados acontecimientos o de la vulgaridad de su pensamiento reside hoy en las redes sociales; es un prisma distorsionado, tan superficial como el hecho social que aborda, sin más ánimo que simplificar en una frase una generalización impropia de quien es percibido a priori como referente por su audiencia, más o menos numerosa, más o menos heterogénea.
En las redes sociales, expresión online de la diversidad de la sociedad, podemos encontrar, evidentemente, su representación más vulgar, la más maleducada o la más insensible; pero, como en la vida misma y con mayor facilidad de acceso, también el enfoque más especializado, información hiperlocal, análisis certeros ante acontecimientos de ámbito nacional o internacional, un seguimiento de ‘minuto y resultado’, fuentes globales, analistas sin la etiqueta de tertulianos, educación y discurso constructivo alejado del ruido interesado u oficialista.
Generalizar, como todo en esta vida, es muy fácil, especialmente desde la tribuna tradicional del desconocimiento. Achacar a las redes sociales de forma genérica la culpa de un discurso tergiversado o de un suceso es, como mínimo, ser cómplice de las limitaciones de libertades que se amparan, precisamente, en esas percepciones de seudoexpertos que tanto daño hacen o, al menos, tanto influyen a quienes legislan los derechos de los internautas.
posted by @os_delgado
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