El periodista sevillano Antonio Salvador (@ajsalvador70) fue, junto a su compañero Sebastián Torres, uno de los primeros profesionales en revelar algunos de los puntos más relevantes que servirían al juzgado durante la fase de instrucción en el caso ERE y que plasmaría en el libro El saqueo de los ERE (Libros.com, 2015). En la actualidad Salvador trabaja en el diario El Independiente y es profesor de Periodismo en el Centro Universitario EUSA de Sevilla.
¿Cómo definirías la profesión de periodista?
Un oficio apasionante que obliga al profesional a ofrecer cada día lo mejor de sí por el compromiso que tiene con el lector. La dedicación, la presión, las horas robadas…Todo lo justifica la consecución de una buena historia. Como dijo el maestro Raúl del Pozo, al periodismo no se viene a ganar dinero ni a hacer amigos. Quien quiera dedicarse al periodismo debe tener claro esta premisa.
¿Cuál es el panorama del periodismo en las principales cabeceras andaluzas?
Obviamente, los medios andaluces no han sido ajenos a la tormenta perfecta que ha supuesto el cambio de modelo de negocio derivado de la irrupción de internet y la recesión económica, que ha hundido las cuentas de resultados de los principales grupos periodísticos y ha dejado esquilmadas las redacciones por continuos ajustes de plantilla e incesantes despidos de periodistas. También se ha registrado el cierre de cabeceras históricas, caso del periódico El Correo de Andalucía, decano de la prensa sevillana. La coyuntura ha sido la misma para los medios nacionales y andaluces, pero quizá la debilidad empresarial de los grupos hace que se agrave la situación en esta comunidad. La oferta informativa se ha reducido de manera considerable. Me pregunto si el ciudadano es consciente de lo que supone una prensa débil para poder cumplir su cometido de contrapeso del poder. No sólo deberíamos estar preocupados los periodistas por esta situación.
¿Cuáles son las claves para hacer periodismo cercano al lector, veraz y de calidad?
Salir de la redacción, pisar la calle, ir a los sitios a contar historias cotidianas de gran interés que nos pasan desapercibidas, hablar con la gente cara a cara y disponer de ‘tiempo’ para poder armar bien los relatos, documentados y contrastados. Sí, tiempo. Trabajamos bajo la presión del reloj por intentar ser los primeros en lanzar la pieza y conseguir el clic. Claro que el periodismo siempre ha consistido en adelantarse a la competencia, pero cada vez es más frecuente leer informaciones precipitadas en las que prima más ser el primero que la calidad. Y, por supuesto, todo bajo un firme compromiso ético. El fin no puede justificar los medios. Los lectores se ganan de uno en uno y se pierden de cien en cien. Un titular engañoso o la inclusión de datos no suficientemente verificados puede convertirse en una invitación irrechazable para que el consumidor de información nos dé la espalda.
¿Qué supuso en Andalucía y para vosotros, los autores, como periodistas la publicación de El saqueo de los ERE? ¿Qué balance haces del proceso de investigación que llevasteis a cabo?
La cobertura que, junto a mi compañero Sebastián Torres, hicimos en El Mundo de Andalucía ayudó sin duda a esclarecer hechos de esta complejísima causa. Nos consta que algunas de nuestras revelaciones fueron tenidas en cuenta por el juzgado durante la fase de instrucción. A nivel personal, el caso ERE nos ha dado reconocimiento a nivel nacional y un enriquecimiento intelectual y profesional impagable. Sé muchas más cosas de las que sabía antes de que iniciara la cobertura y muchos de esos conocimientos los aplico casi a diario en mis nuevos cometidos. También nos dio la oportunidad de volcar nuestro conocimiento del caso en un libro, El saqueo de los ERE, el primero que vio la luz sobre la causa cuya investigación inició la juez Mercedes Alaya en enero de 2011. Muy posiblemente, el caso ERE marcará mi carrera profesional.
¿Hacia dónde se dirige la profesión desde los últimos años? ¿Es posible la rentabilidad real de los medios digitales, sin depender solo de la publicidad?
Desde hace años vengo leyendo que está cercano el momento en que los medios digitales den con la tecla y alcancen la sostenibilidad económica. Salvo honrosas excepciones, caso de El Confidencial, la gran mayoría de cabeceras no ha logrado todavía hacer rentable sus negocios. El mercado publicitario está dando señales de que no crece como muchos ejecutivos intuían y la supervivencia pasará inexcusablemente por la captación de vías de ingresos alternativos. El lector tiene que pagar por consumir información, igual que paga cuando va a la panadería del barrio a comprar los bollos. ¿Cuánto cuesta conseguir y redactar una información que le cuesta la carrera política a un ministro? ¿Cuánto cuesta formar a un periodista? ¿Las noticias tienen que ser gratuitas? El ciudadano tiene que tomar conciencia de que, para que los medios no tengan la tentación de acercarse en exceso al poder político o económico, estos tienen que ser rabiosamente independientes desde el punto de vista económico. Sin periodismo no hay democracia y, con medios más débiles, las posibilidades de control sobre el poder son menores. Lamentablemente, no veo maduro el mercado para que repunten de forma significativa las suscripciones o que un volumen importante de lectores pague a cambio de información. Ahora bien, eso también exige a las empresas mejorar su oferta informativa con historias diferenciadas y que justifiquen que esa persona pague por recibirla.
¿Hay futuro en la profesión para los estudiantes de Periodismo? ¿Qué deberán tener en cuenta?
Nunca le he ocultado a mis alumnos del Centro Universitario EUSA de Sevilla que no corren los mejores años para entrar en la profesión, pero tampoco he sido cicatero a la hora de animarles y hacerles ver que tienen que formarse adecuadamente para aprovechar la ocasión cuando se les presente. Quiero pensar que, después de estos años de turbulencias, se aclare el horizonte y vivamos una nueva edad de oro del periodismo. Las dificultades no deben servir para bajar los brazos, sino para apretar los dientes y buscar la oportunidad con más ahínco.
Por @casas_castro