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“Soy hijo de la televisión que me parió a mí y a toda una generación”

Después de pasar por televisiones autonómicas y nacionales como reportero y redactor, el periodista Joan López (@joan_lopez) vive en la actualidad un buen momento como presentador del magazine de las tardes de la valenciana À Punt, À Punt Directe, junto a Carolina Ferre, a la que considera su maestra televisiva. Esfuerzo y dedicación de años por su parte que han dado sus frutos, sin perder de vista, como él mismo aconseja a los jóvenes estudiantes, que la pequeña pantalla es solo un medio y que el periodismo tiene otras muchas ventanas que puede y debe abrir.

¿Cuándo comenzaste a interesarte por el mundo del periodismo y de la televisión? ¿Hubo algún momento antes de la Universidad que hizo saltar esa chispa?

Nací el año en el que se iniciaron las emisiones regulares por las mañanas. De algún modo soy hijo de la televisión que me parió a mí y a toda una generación. Crecí los viernes con Sensación de Vivir, el Juego de la Oca, etc. Recuerdo ver a Joan Monleón y su catártica paella rusa. Los jueves tocaba Médico de familia o Farmacia de guardia. Mis padres fueron padres muy jóvenes y cuando entró la primera SONY en casa mi padre pasaba las horas grabándonos a mi hermana y a mí y editando los vídeos con rótulos y créditos. Creo que verme en la tele de casa ha sido algo muy familiar. También vengo del mundo teatral y eso allana el camino. Siempre me ha gustado contar cosas y que me escuchen. Soy un juglar perdido en el tiempo que está encontrando su espacio. En la carrera fui becario como jefe de Política en el periódico de la universidad. Hasta que un día un profesor viéndome imitar a un presidente de la Diputación me dijo: “tú tienes que hacer tele”.

¿Cuáles son las claves para realizar un directo en un magazine delante de una cámara de manera clara, cercana y veraz?

En la tele no se puede mentir y menos ahora que emitimos en HD; se ve la trampa enseguida. Por eso la clave para encontrar la cercanía es la preparación, todo el trabajo de redacción que no se ve. Escribir parte de mi propio guion me ayuda mucho. Escribo como hablo.

¿Cómo está siendo tu experiencia dentro de la autonómica À Punt? ¿Cuáles son sus puntos fuertes y qué ofrece al espectador frente a la desaparecida Canal 9?

À Punt me ha brindado un salto cualitativo en mi carrera. Es la gran oportunidad. Había sido reportero en la antigua Canal 9 y redactor en varios programas, he hecho cuatro ediciones de Supervivientes en Honduras, etc. Pero ahora, de momento, presento. Si algo he aprendido en esta profesión es que todo es circunstancial. Yo salgo todos los días a ganarme el cariño del espectador, que es lo que necesita À Punt: mucho cariño en tiempos convulsos de mucho ruido.

¿Son las redes sociales un medio relevante hoy en día para acercar la información al público o para interactuar con posibles fuentes? ¿En qué no hay que caer a través de ellas?

Las redes sociales son una herramienta fundamental para el trabajo de redacción: nos conecta fácilmente con entidades, colectivos, protagonistas anónimos y empresas. Gracias a las redes generamos contenido, pero hay que saber separar el trigo de la paja: Facebook invita a opinar de forma reflexiva, pausada y se pueden compartir piezas audiovisuales cortas como reportajes. Instagram es el gran escaparate donde se hace imagen de marca, corporativa y personal. Y después está Twitter, que solo sirve para consultar fuentes oficiales como policía o 112 en incendios, avisos y comunicados, o para generar mucho ruido a través del eructo del tuit con pseudónimo, que me interesa muy poco.

¿Qué mensaje le darías a los jóvenes estudiantes de Periodismo que sueñan con vivir de nuestra profesión y trabajar en televisión?

Para vivir del periodismo hay que ser el mejor y para ser un buen periodista primero hay que ser una gran persona. No se puede separar una cosa de la otra. He tenido una gran maestra de la naturalidad a mi lado, Carolina Ferre, y la humanidad ha sido la asignatura de la que jamás me examinaron y, sin embargo, todos los medios en los que he estado me la han exigido. Hay que tener una curiosidad insaciable, una educación exquisita, sentido del humor, formación actoral, disciplina deportiva, constancia, mucha paciencia y perseverancia. Y nunca jamás olvidar que la tele no es más que un medio. Y que el periodismo tiene otras muchas ventanas que puede y debe abrir.

Por @casas_castro
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“Las redes sociales son el escaparate de moda más fuerte de la historia”

El periodismo de moda es uno de los sectores informativos más consumidos de nuestro país y las redes sociales se han convertido en su mejor escaparate de difusión a través del trabajo de influencers de tendencias. Ello lo sabe muy bien la periodista Estefanía García (@estefaniac2t), que actualmente es subdirectora de la Escuela Superior de Marketing y Moda Idacem y creadora de la firma de moda once Madrid.

¿Cuáles son las claves para realizar periodismo sobre moda de manera clara, cercana y veraz?

Mantener siempre la independencia de criterios por encima de las corrientes de moda (tendencias).  Hay que ser consecuente con tu gusto personal de la misma forma que hay que ampliar tus miras para ser permeable al talento al margen del sesgo que nos genera nuestro propio sesgo estético. Es decir, a mi puede que no me guste OFF-WHITE (marca de moda italiana), pero sé lo que representa, lo que significa y el papel que juega en la moda contemporánea. Lo valoro y lo tengo en cuenta.

¿Qué mensaje principal es el que os gusta transmitir a vuestros estudiantes de Idacem a la hora de trabajar la moda como sujeto ‘marketiniano’?

Sobre todo, la idea de la que la moda es, por encima de todo, un negocio, que a veces se olvida al amparo de lo artístico o lo creativo. Y que como negocio requiere que los números no solamente salgan, si no que todo se dirige a maximizar las ventas. De hecho, una de las bases del marketing, renovar constantemente el producto, es probablemente una de las características más descriptivas de la moda. Por eso surgen las tendencias y por eso en moda se dice que “todo vuelve”. Aunque lo que no se cuenta es que lo hace con carácter “renovado”, gracias al ejercicio de marketing que hay detrás tenemos la sensación de que aquello que compramos es novedoso y, de hecho, por eso lo compramos). Por ejemplo, las hombreras de los años 40 no son las de los 80 y las de los 80 tampoco son las que rescató en su momento Christophe Decarnin para el relanzamiento de BALMAIN.

¿Qué han supuesto redes sociales como Instagram para el mundo de la moda y para la llegada de nuevos perfiles que influyen en el público de manera tan cercana con sus fotografías? ¿Son un buen escaparate para la moda?

Las redes sociales no es que sean un buen escaparate de la moda, es que son indudablemente el escaparate de moda más fuerte de la historia, gracias a elementos como la proximidad y la inmediatez, además de por su valor aspiracional y su talante estético.

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¿Qué programan las televisiones en verano?

Durante el periodo estival, las televisiones españolas reúnen, no sin cierta audacia, una amalgama de contenidos que buscan su sitio en el desorden más absoluto: asoman a la parrilla privados de expectativas, como un libro mohoso en la biblioteca del trastero. Desde julio las cadenas españolas sacan trapos de temporadas pasadas o testan programas que no se atreven a lanzar en épocas de mayor consumo televisivo. Y a veces el experimento sale de órdago.

Dos ejemplos de programas que se consolidaron tras su puesta de largo estival fueron El Informal y Pasapalabra. El primero, dirigido por Javier Capitán y trampolín de estrellas como Florentino Fernández o Patricia Conde, fue un espacio de noticias humorísticas estrenado el 23 de julio de 1998 y cancelado cuatro años después. «Esto empezó como una historia de verano y se ha convertido en el verano más largo, intenso, emotivo y divertido de nuestras vidas», cerró Capitán. Pasapalabra, por su parte, se estrenó el 10 de julio del 2000 y hoy es uno de los buques insignia de Mediaset.

Así pues, las cadenas que se aventuran a circunvalar los temas propios del verano –véase la trayectoria de Ramón García– tienen margen para explorar contenidos potencialmente ganadores el resto del año. Necesitan valentía y originalidad; dos valores en retroceso cuando el sol atiza. Veamos: ¿qué ha preparado la televisión patria en el periodo vacacional?

En materia informativa la foto no cambia demasiado. La cadena que apuesta más fuerte por la actualidad vuelve a ser laSexta, manteniendo en parrilla todos sus programas informativos con el único cambio de los presentadores –oportunidad para los suplentes–. El resto de canales cargarán el peso de la actualidad en sus informativos, que, previsiblemente, irán tocando los temas recurrentes del verano –ya te hablamos de ellos en este blog–.

Un inciso: ¿por qué no aprovechar para encontrar enfoques originales?

Seguimos. Colindando la información, en claro matrimonio con el entretenimiento, TVE apuesta por un magazine llamado ‘A partir de hoy’ y presentado por Máximo Huerta, versión remozada del exministro de Cultura. Paralelamente ‘España Directo’ refresca las tardes con conexiones pasadas por agua. Y el Canal 24 Horas hace las veces de servicio público ciudadano actualizando la última hora de una negociación política que amenaza con privatizar el descanso estival.

Más propuestas interesantes: los docu-realities se hacen hueco en la parrilla. Por un lado, TVE estrena ‘Siete días sin ellas’, un formato feminista en el que 40 mujeres abandonan su hogar durante una semana para dejarlo en manos de los hombres. Por otro lado, Antena 3 lanza ‘Por el mundo a los 80’, un ‘road show’ conducido por Arturo Valls en el que personas octogenarias salen por primera vez de España para hacer el gran viaje de sus vidas.

Por último, las series y el deporte volverán a ser protagonistas un verano más, con estrenos como Big Little Lies en Antena 3 –viene de HBO; la tele bajo demanda tiene su propio ritmo– o The Crossing en Cuatro; o con el Tour en TVE y el Mundial de Baloncesto también en Cuatro. El histórico Valerio Lazarov decía que el verano es una época sin publicidad en la que resultaba inútil efectuar grandes inversiones en la rejilla de la pequeña pantalla. Eso fue en los 90; ahora, aunque muy lento, las televisiones empiezan a quitarle la razón.

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Cómo conseguir engagement en Instagram y no morir en el intento

El engagement es fundamental en una red social, y si hablamos de Instagram aún más. Atraer a la gente para que, de forma natural, interactúen con una cuenta de empresa se ha convertido en el principal objetivo de muchas marcas. Sin embargo, existen unos “duendecillos” llamados algoritmos, que tanto se ha oído hablar de ellos y cuyas reglas numéricas hacen que las publicas aparezcan con mayor o menor frecuencia.

El engagement en Instagram se ve amenazado siempre que hay un cambio de algoritmos, de esas instrucciones que diseñan los programadores, y que acaban afectando de lleno a las cuentas de empresa. Los motivos son bien sencillos: hay que pasar por caja; sobre todo, desde que Facebook compró Instagram y se cercioró del amplísimo potencial de esta red social de imágenes.

De todas formas, existen algunos consejos para poder conseguir engagement en Instagram, crear comunidad e, incluso, poder fidelizar a los seguidores.

  • Contenido de calidad. Parece obvio y se ha repetido hasta la saciedad, pero las imágenes que se comparten en esta red social deben de tener muy buena calidad. No significa que no se pixele, sino que hay que trabajar las fotografías: que se hayan realizado expresamente, que se editen para incrementar la luz o potenciar aquello que interese, que sean únicas, etc. Hay que evitar por todos los medios utilizar bancos de imágenes, ya que desprestigian una marca, sobre todo, si se trata de un ecommerce que cuenta con productos propios.
  • Trabaja un feed coherente. Mucha gente no se queda solo con la primera imagen que se publica, sino que entra en el perfil de la marca. Lo primero que ve es el feed, siendo este la puerta de entrada a generar engagement. Para ello, se debe trabajar un panel coherente, con temáticas relacionadas con colores, productos, mensajes, etc. De hecho, los feed se suelen completar en filas de tres imágenes con una estética parecida, se rodea a la imagen de un cuadro blanco o se trocean en varias partes para que se aprecien más mayores en el propio panel. Otra táctica empleada radica en utilizar siempre un filtro, normalmente, claro
  • El vídeo sigue siendo el rey. Aunque Instagram no lo asegura, el vídeo se posiciona mucho mejor que una imagen y, por tanto, su poder de engagement es mucho mayor. Este formato se ha potenciado con los Stories y con IGTV; de hecho, este último va a comenzara a aparecer en los muros de la gente, de manera que ayudará a atraer a los creadores de contenido audiovisual hasta ahora aglutinados principalmente en Youtube.
  • ¿Stories o publicación? ¿Y por qué no ambas? Un formato no descarta al otro, sino que se complementan. Incluso se pueden comunicar dos cosas distintas, crear una narrativa transmedia o, incluso, puede ser un mismo mensaje que se quiera reforzar.
  • No se pueden olvidar los hashtags –que hay quien recomienda ordenarlos de forma alfabética – para lograr más engagement en Instagram; utilizar textos cortos pero con originalidad, “chispa” y cercanía; emplear emoticonos; y, en definitiva, compartir contenido que aporte algo a la audiencia. De esta manera, cuanto más interactúe la gente con una publicación o cuenta, más aparecerá en su perfil. En este sentido, Instagram funciona de manera muy similar a Facebook, por lo que cuantas más personas den un like o realicen un comentario surgirá con una probabilidad mayor en los muros del público que nos interesa.

    Foto: Instagram de @symmetribreakfast

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“Los lectores se ganan de uno en uno y se pierden de cien en cien”

El periodista sevillano Antonio Salvador (@ajsalvador70) fue, junto a su compañero Sebastián Torres, uno de los primeros profesionales en revelar algunos de los puntos más relevantes que servirían al juzgado durante la fase de instrucción en el caso ERE y que plasmaría en el libro El saqueo de los ERE (Libros.com, 2015). En la actualidad Salvador trabaja en el diario El Independiente y es profesor de Periodismo en el Centro Universitario EUSA de Sevilla.

¿Cómo definirías la profesión de periodista?

Un oficio apasionante que obliga al profesional a ofrecer cada día lo mejor de sí por el compromiso que tiene con el lector. La dedicación, la presión, las horas robadas…Todo lo justifica la consecución de una buena historia. Como dijo el maestro Raúl del Pozo, al periodismo no se viene a ganar dinero ni a hacer amigos. Quien quiera dedicarse al periodismo debe tener claro esta premisa.

¿Cuál es el panorama del periodismo en las principales cabeceras andaluzas?

Obviamente, los medios andaluces no han sido ajenos a la tormenta perfecta que ha supuesto el cambio de modelo de negocio derivado de la irrupción de internet y la recesión económica, que ha hundido las cuentas de resultados de los principales grupos periodísticos y ha dejado esquilmadas las redacciones por continuos ajustes de plantilla e incesantes despidos de periodistas. También se ha registrado el cierre de cabeceras históricas, caso del periódico El Correo de Andalucía, decano de la prensa sevillana. La coyuntura ha sido la misma para los medios nacionales y andaluces, pero quizá la debilidad empresarial de los grupos hace que se agrave la situación en esta comunidad. La oferta informativa se ha reducido de manera considerable. Me pregunto si el ciudadano es consciente de lo que supone una prensa débil para poder cumplir su cometido de contrapeso del poder. No sólo deberíamos estar preocupados los periodistas por esta situación.

¿Cuáles son las claves para hacer periodismo cercano al lector, veraz y de calidad?

Salir de la redacción, pisar la calle, ir a los sitios a contar historias cotidianas de gran interés que nos pasan desapercibidas, hablar con la gente cara a cara y disponer de ‘tiempo’ para poder armar bien los relatos, documentados y contrastados. Sí, tiempo. Trabajamos bajo la presión del reloj por intentar ser los primeros en lanzar la pieza y conseguir el clic. Claro que el periodismo siempre ha consistido en adelantarse a la competencia, pero cada vez es más frecuente leer informaciones precipitadas en las que prima más ser el primero que la calidad. Y, por supuesto, todo bajo un firme compromiso ético. El fin no puede justificar los medios. Los lectores se ganan de uno en uno y se pierden de cien en cien. Un titular engañoso o la inclusión de datos no suficientemente verificados puede convertirse en una invitación irrechazable para que el consumidor de información nos dé la espalda.

¿Qué supuso en Andalucía y para vosotros, los autores, como periodistas la publicación de El saqueo de los ERE? ¿Qué balance haces del proceso de investigación que llevasteis a cabo?

La cobertura que, junto a mi compañero Sebastián Torres, hicimos en El Mundo de Andalucía ayudó sin duda a esclarecer hechos de esta complejísima causa. Nos consta que algunas de nuestras revelaciones fueron tenidas en cuenta por el juzgado durante la fase de instrucción. A nivel personal, el caso ERE nos ha dado reconocimiento a nivel nacional y un enriquecimiento intelectual y profesional impagable. Sé muchas más cosas de las que sabía antes de que iniciara la cobertura y muchos de esos conocimientos los aplico casi a diario en mis nuevos cometidos. También nos dio la oportunidad de volcar nuestro conocimiento del caso en un libro, El saqueo de los ERE, el primero que vio la luz sobre la causa cuya investigación inició la juez Mercedes Alaya en enero de 2011. Muy posiblemente, el caso ERE marcará mi carrera profesional.

¿Hacia dónde se dirige la profesión desde los últimos años? ¿Es posible la rentabilidad real de los medios digitales, sin depender solo de la publicidad?

Desde hace años vengo leyendo que está cercano el momento en que los medios digitales den con la tecla y alcancen la sostenibilidad económica. Salvo honrosas excepciones, caso de El Confidencial, la gran mayoría de cabeceras no ha logrado todavía hacer rentable sus negocios. El mercado publicitario está dando señales de que no crece como muchos ejecutivos intuían y la supervivencia pasará inexcusablemente por la captación de vías de ingresos alternativos. El lector tiene que pagar por consumir información, igual que paga cuando va a la panadería del barrio a comprar los bollos. ¿Cuánto cuesta conseguir y redactar una información que le cuesta la carrera política a un ministro? ¿Cuánto cuesta formar a un periodista? ¿Las noticias tienen que ser gratuitas? El ciudadano tiene que tomar conciencia de que, para que los medios no tengan la tentación de acercarse en exceso al poder político o económico, estos tienen que ser rabiosamente independientes desde el punto de vista económico. Sin periodismo no hay democracia y, con medios más débiles, las posibilidades de control sobre el poder son menores. Lamentablemente, no veo maduro el mercado para que repunten de forma significativa las suscripciones o que un volumen importante de lectores pague a cambio de información. Ahora bien, eso también exige a las empresas mejorar su oferta informativa con historias diferenciadas y que justifiquen que esa persona pague por recibirla.

¿Hay futuro en la profesión para los estudiantes de Periodismo? ¿Qué deberán tener en cuenta?

Nunca le he ocultado a mis alumnos del Centro Universitario EUSA de Sevilla que no corren los mejores años para entrar en la profesión, pero tampoco he sido cicatero a la hora de animarles y hacerles ver que tienen que formarse adecuadamente para aprovechar la ocasión cuando se les presente. Quiero pensar que, después de estos años de turbulencias, se aclare el horizonte y vivamos una nueva edad de oro del periodismo. Las dificultades no deben servir para bajar los brazos, sino para apretar los dientes y buscar la oportunidad con más ahínco.

Por @casas_castro

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11 años de Soma Comunicación. Carta abierta a Marga Ferrer y Óscar Delgado

Al día siguiente de que Rafael Nadal conquistara en Londres su primer Wimbledon y la actual presidenta del Gobierno de Navarra, la periodista Uxue Barkos encendiera el chupinazo de las fiestas de San Fermín 2008, en una pequeña oficina del Vivero de Empresas de Torrent dos trabajadores infatigables iniciaban la aventura empresarial de Soma Comunicación, una agencia de servicios periodísticos y de comunicación.

La fotoperiodista Marga Ferrer y el periodista Óscar Delgado lidiaron a raquetazos las vicisitudes de embarcase en un nuevo proyecto en medio de una crisis económica que devoraba a mordiscos al país y que sumía a los medios de comunicación en una decrepitud acrecentada por los cambios de formato obligado para acceder a la información.

Lo hicieron sin ruido, sin petardos, y eso que eligieron como sede la cuna de la pirotecnia, y echaron a correr como lo hacen los mozos cuando enfilan a la derecha la calle Estafeta tras dejar atrás Mercaderes.

Le pusieron alma, corazón, esfuerzo, pasión y trabajo. Por dosis iguales pero todas de alto gramaje, de muchos quilates. Pronto empezaron a difundir noticias, notas de prensa, comunicados y fotografías poniendo en valor a quienes confiaron en Soma Comunicación, en ellos.

Fueron pioneros en muchas facetas. Explotaron al máximo las nuevas herramientas a su alcance gracias a los consejos que absorbieron de cuantos les ofrecieron apoyo, no muchos, y de su labor autodidacta, ingente.

Fueron cocinando la reputación de Soma Comunicación a fuego lento. Seguramente a un ritmo inferior al que pedían sus bolsillos pero primaron siempre la calidad, la responsabilidad y el buen hacer a cualquier otro factor, incluido el económico.

Cometieron errores, ¿quién no? Pero acertaron hasta cuando se equivocaron. Fueron fieles a un estilo y a una hoja de ruta. Tuvieron un sueño y lo hicieron realidad. Bajo ese paraguas se cobijaron 360 Grados Press, un semanario digital, y más tarde 360 Grados Libros, una editorial especializada en libros escritos por periodistas.

Crearon empleo y valor. Formaron a compañeros y retrataron con mimo cuantos trabajos les confiaron. El abanico fue creciendo y aliviaron todas las asfixias con el mismo arte que un torero lanza una verónica.

Cambiaron de sede en varias ocasiones, las justas, cuando las necesidades de la empresa así lo exigieron. Se embarcaron en proyectos internacionales, viajaron al extranjero y pese al crecimiento siguieron manteniendo los pies en el suelo y celebrando año a año aquel 7 de julio.

Bautizaron el aniversario como San Somín. Hoy llevan once. Ya no los pueden contar con los dedos de las manos, las mismas que siguen tecleando y sacando fotos con artesanía y profesionalidad.

Por Javier Montes

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Los medios tradicionales se apoyan en sus muletas digitales

Los medios tradicionales han cedido terreno en favor de formatos digitales que se adaptan mejor a las inquietudes del consumidor contemporáneo. La creciente transversalidad entre dispositivos y el gusto por la narrativa transmedia hacen que los soportes clásicos se vean obligados a explorar variantes modernas con las que adecuarse a las exigencias de un entorno acelerado y cambiante. Las audiencias se han mudado a lo digital y los grandes grupos de comunicación las han seguido tratando de ofrecer soluciones híbridas que taponen la sangría de consumidores.

Así, en los últimos años, la oferta y consumo de medios ‘online’ de televisión, radio y prensa diaria ha contribuido a mantener los niveles de audiencia de los soportes tradicionales, según constata la agencia de medios Ymedia en un informe titulado “Los medios tradicionales en la ola digital”. Según sus datos –apoyados en el EGM o comScore–, los niveles de audiencias medias entre 2013 y 2019 se han mantenido o han descendido ligeramente.

Al detalle: la penetración diaria de la televisión se redujo del 90 al 88% en el periodo, con un descenso del consumo convencional de 3,6 puntos hasta el 85,1%, mientras el visionado “online” de programas, series y películas crecía hasta el 12,9%. Por su parte, la penetración de la radio pasó del 61,5 al 57,1%, mientras que los consumos convencionales y digitales descendían y crecían respectivamente: -3,3 puntos hasta el 56, 7% y +1,4 puntos hasta el 4,1%. En última instancia, la prensa diaria, aun manteniendo los niveles de audiencia entre el 44,0 y el 42,0% entre 2013 y 2019, experimentó un cambio de formatos radical: la lectura en papel cayó 9,9 puntos hasta 22,7%, la lectura digital aumentó en 8,2 puntos hasta el 27,5%.

Es decir, los medios con más solera en nuestro país han sabido adaptarse a los condicionantes del nuevo tablero mediático –mayor oferta de cabeceras, fragmentación de los contenidos, irrupción de las redes sociales como canales de distribución casi hegemónicos, descrédito y precariedad en el sector– hasta el punto de conservar volúmenes de audiencia inverosímiles, casi anacrónicos en tiempos de oferta nicho. Desplazaron parte de su producción al contexto digital y hoy, aupados a lomos de sus marcas consolidadas, mantienen el pulso a los nativos de Internet.

¿Y cuál es el futuro de la vieja guardia mediática? Según parece, más contenidos en los dos platillos de la balanza. Indagar en lo digital sin descuidar lo tradicional. Llevamos años preparándonos para la inminente muerte del papel, y el papel sigue recorriendo las planchas de impresión con la energía de un formato adolescente. Así pues, el periodismo seguirá excursionando fuera de su zona de confort a la caza de nuevas historias y públicos, pero, en el corto plazo, volverá irremediablemente a los formatos clásicos que históricamente le han dado de comer.

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Twitter pone coto a Donald Trump

Parece que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, va a ser señalado por Twitter cada vez que incumpla las reglas establecidas por esta red de microbloggin. La plataforma ha anunciado que etiquetará los tweets de los personajes políticos que no sigan sus normas de conducta, una iniciativa que resulta cuanto menos curiosa, ya que aparenta haberse hecho por y para Trump.

Twitter también ha querido resaltar con esta iniciativa que estas medidas que se toman sobre un comportamiento abusivo se aplican al tweet en cuestión. De todas formas, si considera que posee un interés general, la publicación se va a mantener visible a todo el mundo; lo que va a hacer es etiquetarlo. Así pues, la medida se aplica a aquellas cuentas verificadas que aglutinen un mínimo de 100.000 seguidores y pertenecen a perfiles relacionados con la actividad política.

En este sentido, según explica la compañía, están prohibidas las amenazas, la glorificación de la violencia, la intimidación, el acoso dirigido y la incitación de otros a hostigar. También puede eliminar lo que llama “conducta odiosa” y que conlleva amenazas o acoso por motivos de raza, religión, género u orientación sexual.

El aviso que Twitter puede realizar se hará inmediatamente visible en el timeline o cuando se busque a esa persona o tweet concreto. Para ello, la red de microbloggin ha creado un equipo especial que se mantendrá alerta y estudiará este tipo de cuentas con el fin de determinar si están cumpliendo sus reglas. Entre otras cosas, la red pediría a la cuenta y, por tanto, a la persona que la gestiona, eliminar esa publicación. Cuando un perfil recibe dicho aviso, el tweet destacará menos tanto en la búsqueda, como en el timeline, así como en otro tipo de notificaciones que trata de resaltar los comentarios de personas influyentes.

A través de esta medida, la compañía quiere poner coto a las conductas abusivas de algunos líderes mundiales que no tienen pelos en la lengua a la hora de referirse a temas sensibles. Solo hace falta echar un vistazo al perfil de Donald Trump y ver que cada vez que “habla” se genera una gran expectación, llegando a influir en miles de personas de todo el mundo. De esta manera, se pretende que la responsabilidad que llevan aparejada estos políticos se puede ejercitar de una manera más prudente. Eso sí, no han faltado quejas, como la del propio hijo del presidente de Estados Unidos, dejando entrever una falta de libertad de expresión en la plataforma.

Foto: LS d’Avalonia

Los futuros periodistas ya no quieren escribir

Un mar de portátiles con la manzana mordisqueada y detrás, como atrincherados, una exposición de caretos con la mirada clavada en la pantalla. O perdida. Mentes absortas en su mundo interior. Es una estampa bastante habitual en las clases de periodismo. En especial en los últimos cursos del grado, cuando la distracción es más pausada y silente que en el inicio de la carrera, momento en el que el salto a la Universidad genera un desasosiego hormonal efervescente.

La desafección hacia el profesor, la rebelión en el aula (sea cual sea su versión) y la jura de bandera pirata por parte de los alumnos es parte de la carga que todo docente lleva en la mochila. Son las circunstancias de la edad. Pero en los últimos tiempos (al menos desde hace un par de lustros) se ha producido un salto cualitativo que podría resumirse en que el alumno ha evolucionado desde el agnosticismo al ateísmo sobre la profesión. Es la percepción generalizada que se tiene del sistema de enseñanza reglada del periodismo, de las posibilidades de encontrar un empleo digno como contador de historias (que no es otra cosa este oficio) y del sentido mismo que tiene el periodismo en las circunstancias actuales de la doble crisis del sector: la derivada de la caída de la inversión publicitaria no recuperada tras la crisis y la del modelo de negocio con la revolución digital.

Los actuales alumnos, nativos digitales todos ellos, han nacido portadores de una genética audiovisual que condiciona y determina su percepción del “oficio más hermoso del mundo”. Un texto de 10 líneas es aceptable, de 20 es largo y cuando no cabe en una página es eterno, enciclopédico… la biblia.

Lejos de soñar con un profesor que no ponga límites a la libertad creativa, hoy los alumnos hijos de las redes sociales improvisan manifestaciones de desaprobación cuando se les incita a elaborar un reportaje en profundidad o un análisis de 2.500 caracteres. Alargar un texto es una forma de perder el tiempo. Para unas generaciones que tienen prisa. Para quienes han mamado el tiempo en formato píldora, al socaire de las redes sociales, de tal forma que las horas son años y los minutos, meses.

Como antes y como toda la vida, los planes de estudio, dice el alumnado, no responden a las necesidades del mercado, no interesan lo más mínimo y en los cuatro años nunca se ha estudiado nada. Y donde se dice nada, póngase la exigencia del día en el ejercicio de turno que se mande realizar. Como hace unos años y como siempre, son una inmensa minoría los alumnos que leen la prensa diariamiente, o una vez al mes, o a la semana, o al año.

En la época dorada de los periódicos de papel eran contados los estudiantes que acudían al quiosco. Hoy pueden contarse con los dedos de una mano los que están abonados a algún diario digital o aquellos que alguna vez se pasan por un quiosco. La cultura de lo gratuito, uno de los grandes logros de Internet, lo ha invadido todo. No interesa y menos aún pagando. Lo mismo que antes pero en una proporción de alumnos abrumadoramente más escandalosa.

Entonces, ¿Por qué estudias Periodismo? Pues para aprovechar la nota de corte, que es de las más altas. ¿Y para escribir? ¿Ya nadie estudia periodismo para matar su frustrada vocación de escritor? Los hay, pero menos. Son pocos los que tienen el hábito de leer y, por tanto, la inquietud de escribir. Exactamente del mismo modo que hay niños que siguen soñando con ser policías o bomberos, pero son escasos en comparación con aquellos que sueñan con ser youtuber.

En la clase sigue estando representado el grupo, cada vez más equilibrado en cuanto a género, de los que estudian para dedicarse al periodismo deportivo. Para ver gratis a su equipo del alma. En esencia.

Y en las antípodas de este panorama mayoritario militan unos cuantos jóvenes estudiantes de periodismo que siguen incubando sus ilusiones y sus sueños en la hemeroteca construida por Gay Talese, Norman Mailer, Enric González, Manu Leguineche, Rosa María Calaf, Raúl del Pozo, Truman Capote, Ben Bradlee, Tom Wolfe, José Martí Gómez, Iñaki Gabilondo, Carl Bernstein o Bob Woodward.

Por Abril Antara

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“Los gais estamos acostumbrados a los palos y no nos vamos a dejar pisotear”

El periodista Javier Cid (@javierrcid) desarrolla en las páginas virtuales de El Mundo una fervorosa defensa y visibilidad de los derechos y las libertades del colectivo LGTBI+. Y lo hace desde el prisma de la información veraz, cercana y de calidad y la empatía más real por el sentido de pertenencia que le une a esta parte de nuestra sociedad tan denostada durante tanto tiempo, pero que sigue llevando la palabra ‘lucha’ grabada con orgullo en su piel.

Cid acaba de publicar su novela Llamarás un domingo por la tarde, que desarrolla una emocionante y divertida historia que profundiza en los anhelos y preocupaciones de una generación que se resiste a afrontar el paso del tiempo.

¿Cómo definirías la profesión de periodista?

Una profesión difícil, con salidas profesionales cada vez más difusas; un ejercicio de nostalgia de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero también es un oficio emocionante, a merced de lo que ocurra en la calle. Y la calle, siempre, es imprevisible.

¿Hacia dónde se dirige la profesión desde los últimos años?

Nadie conoce esa pócima mágica, pero en ello estamos.

¿Es posible la rentabilidad real de los medios digitales, sin depender solo de la publicidad?

Hay que cambiar el paradigma del ‘todo gratis’. Si pagamos por plataformas como Netflix o Spotify, ¿por qué no íbamos a hacer lo mismo con la prensa digital? La convivencia entre los contenidos gratuitos y los muros de pago se hace imprescindible, pero para eso hemos de ponernos las pilas. Para poder cobrar por algunos de nuestros contenidos, los medios debemos esforzarnos en ofrecer información premium, de calidad, diferencial, de gran valor para el lector. Y ese es nuestro reto para garantizar nuestra supervivencia.

Has recibido recientemente el premio Alan Turing en la categoría Media del ARN Pride de Arona. ¿Qué supone este galardón a nivel personal y profesional en tu labor de visibilidad de los derechos LGTBI+?

A nivel personal ha sido una de las experiencias más increíbles y divertidas que recuerdo. Y profesionalmente es un orgullo. 10 años después del blog ‘Blogback Mountain’ en elmundo.es y decenas de crónicas sobre el colectivo después, que alguien haya pensado en mí significa que algo he calado, que algo he hecho bien. Así que gracias.

¿Cuál es el panorama actual de la comunicación sobre temática LGTBI+ en los medios generalistas? ¿Cuál es la clave para que se traten estos temas de manera natural en los medios y no como excepción?

Yo jamás he tenido ningún problema, ninguna censura, ninguna cortapisa para publicar lo que he querido y cuando he querido. Evidentemente, al no tratarse de un medio especializado, ni de nicho, la información que se publica ha de ir muy ligada a la actualidad. Y la actualidad gay, la primera página, no siempre es la más positiva. Desde mi posición yo siempre he pretendido tratar los asuntos del colectivo con la mayor normalidad posible. Que nuestras noticias se trabajen de manera natural, sin excesos ni exotismos.

¿Supone la entrada de la ultraderecha al gobierno un retroceso real en el avance de derechos LGTBI+? ¿Puede afectar la lenta, pero creciente adhesión a ese tipo de partidos en la seguridad y en la garantía de las libertades del colectivo?

Supone un retroceso absoluto. Pero los gais estamos acostumbrados a los palos y no nos vamos a dejar pisotear. Muchas de las declaraciones de la ultraderecha caerán en papel mojado. No se va a prohibir el matrimonio igualitario ni se trasladará el desfile del Orgullo a la Casa de Campo. Pero tenemos que estar vigilantes. A mí, desde luego, me van a tener enfrente para defender lo que muchos valientes han tardado siglos en conseguir.

¿Son las redes sociales un importante altavoz para visibilizar?

Las redes sociales han sido uno de mis mayores altavoces. Es sorprendente como un post en Facebook, a veces, es más efectivo y llega a más gente que una nota de prensa.

¿Qué nos puedes acercar sobre tu libro Llamarás un domingo por la tarde? ¿Cómo fue el proceso de creación?

Es un espejo de lo que soy. Un ejercicio de humor, de nostalgia, de dolor, de viajes, de aventuras, de amistad, de esperanza. Y el proceso de creación ha sido… pues largo. Tedioso. Muy solitario. Pero bonito.

Por @casas_castro

Fotos de Carlos García